Hoy honramos a San Juan de Rieti, un santo del siglo XIV cuya vida ejemplar nos inspira a vivir con mayor devoción y servicio a los demás.
Origen y Vida Consagrada
San Juan de Rieti nació a principios del siglo XIV en Castel Porziano, Umbría. Era hermano de la Beata Lucía Amelia, lo que sugiere un entorno familiar profundamente devoto. A una edad temprana, San Juan ingresó en el convento de los ermitaños de San Agustín en Rieti, donde dedicó su vida al servicio de sus prójimos, especialmente a los enfermos y forasteros.
Devoción y Contemplación
San Juan era conocido por sus largas horas de contemplación y por poseer un don de lágrimas extraordinario. Lloraba no sólo por sus propios pecados, sino también por los de los demás. Su profunda reflexión sobre la naturaleza humana y la voluntad de Dios resuena aún hoy:
«Imposible dejar de llorar! Los árboles y las plantas germinan, crecen, dan fruto y mueren sin apartarse un punto de las leyes que les ha fijado el Creador. En cambio, los hombres, a quienes Dios ha dado inteligencia y prometido un premio eterno, se oponen continuamente a su voluntad».
Milagros y Culto
Aunque no se conoce la fecha exacta de su muerte, la santa vida de San Juan y los milagros obrados en su tumba dieron origen a un culto popular. Este culto fue confirmado oficialmente en 1832, testimonio de su impacto duradero en la comunidad cristiana.
San Juan de Rieti nos muestra el camino de la humildad, el servicio y la devoción profunda. Su vida dedicada a Dios y a los demás nos inspira a buscar una mayor conexión con nuestra fe y a servir con amor y compasión.
¡Que San Juan de Rieti interceda por nosotros y nos guíe en nuestro camino espiritual!
Para más información sobre la vida y legado de San Juan de Rieti, visita Catholic Online.
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