Hoy celebramos la vida y legado de San Pedro Fabro, uno de los primeros discípulos de San Ignacio de Loyola y un pilar fundamental en la fundación de la Compañía de Jesús.
Primeros Años y Encuentro con San Ignacio
San Pedro Fabro nació en 1506 en el pequeño pueblo de Villaret, en Saboya, Francia. Desde una edad temprana, mostró una profunda devoción religiosa. Fue durante sus estudios en la Universidad de París donde conoció a San Ignacio de Loyola y Francisco Javier, formando un vínculo espiritual y de amistad que cambiaría el curso de su vida.
Compañía de Jesús
En 1534, junto a Ignacio de Loyola y otros compañeros, Pedro Fabro fue uno de los primeros en hacer los votos de pobreza, castidad y obediencia, marcando el nacimiento de la Compañía de Jesús (Jesuitas). Fabro se distinguió por su capacidad para guiar ejercicios espirituales, una práctica central en la espiritualidad ignaciana.
Misión y Servicio
Pedro Fabro se dedicó incansablemente a la misión de la Compañía, viajando por Europa para predicar, educar y guiar espiritualmente a muchos. Su sencillez, humildad y habilidad para el diálogo interreligioso lo hicieron un misionero eficaz y querido. Se destacaba por su capacidad para reconciliar y construir puentes entre personas de diferentes creencias.
Legado y Canonización
San Pedro Fabro fue canonizado por el Papa Francisco en 2013, quien lo destacó como un modelo de espiritualidad ignaciana. Su vida es un testimonio de la importancia del acompañamiento espiritual y la dedicación al servicio de los demás.
Reflexión
San Pedro Fabro nos enseña la importancia de la humildad, la espiritualidad profunda y el compromiso con la misión evangelizadora. Su legado continúa inspirando a los jesuitas y a todos los que buscan vivir una vida de servicio y fe profunda.
Para conocer más sobre la vida y obra de San Pedro Fabro, te invitamos a visitar Jesuits Global y Catholic Online.
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