Durante una audiencia en el Vaticano, el Papa Francisco reflexionó sobre la misión de la Iglesia en apoyo a los más desfavorecidos y marginados, en el contexto del III Encuentro de Iglesias Hospital de Campaña, organizado por la fundación “Mensajeros de la paz” en España.
Al comienzo de su discurso, pronunciado desde el Palacio Apostólico, el Santo Padre subrayó tres aspectos fundamentales: la proclamación de Cristo, la reparación de las desigualdades sociales y la siembra de esperanza.
En primer lugar, los alentó a reconocer en cada persona vulnerable que ayudan “el rostro de Cristo”.
El Papa Francisco los instó a denunciar las desigualdades, “que a menudo son abismales entre ricos y pobres”. Según el Pontífice, “esto no es lo que Dios desea para la humanidad y, en términos de justicia, debe ser abordado”.
“Es necesario restaurar el tejido social reparando las desigualdades; nadie puede permanecer indiferente al sufrimiento ajeno”, afirmó.
Más adelante, el Papa enfatizó la importancia de “sembrar esperanza” en cada individuo que apoyan, ya sea por carecer de hogar, ser refugiado, formar parte de una familia vulnerable, ser víctima de conflictos bélicos, o cualquier otra circunstancia que los aísle de la sociedad.
Asimismo, hizo hincapié en la situación de los migrantes, una realidad presente en Italia y España. “Agradecemos la llegada de inmigrantes, ya que el envejecimiento de nuestra población es alarmante. La edad media en Italia es de 46 años. No hay niños. Tienen mascotas, pero no hijos. Los inmigrantes, en cierto modo, son los hijos que no hemos querido tener”.
Aunque muchas veces estos hermanos “se sientan abrumados ante una situación que puede parecer desesperanzadora, recuérdenles que la esperanza cristiana supera cualquier circunstancia, porque se fundamenta en Dios, no en el hombre. Lo que parece imposible para los humanos, no lo es para Dios”, indicó.
El Santo Padre destacó que “ayudar a los más vulnerables es siempre un honor, porque de ellos es el Reino de los cielos”, y expresó su preocupación por la cultura del descarte que afecta a ancianos y niños explotados.
“Cada vez que tenemos la oportunidad de acercarnos a ellos y ofrecerles nuestra asistencia, es una ocasión para tocar la esencia de Cristo, ya que llevar el Evangelio no es un concepto abstracto ni una ideología, sino que se manifiesta en el compromiso cristiano con los necesitados; ahí reside la verdadera evangelización”.
Finalmente, agradeció su testimonio de vida cristiana y les pidió continuar propagando “esperanza, misericordia y amor a quienes puedan unirse a esta labor en servicio de los más pobres”.
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