¿Alguna vez te has preguntado cómo fueron criados los santos y qué hicieron bien sus padres? ¿Fue cuestión de suerte o vivieron estos padres una vida ejemplar? ¿Qué puedo aprender de ellos para guiar a mis hijos hacia la comunión de los santos?
Tras leer innumerables libros sobre los santos y escribir «Padres de los Santos: Los héroes ocultos detrás de nuestros santos favoritos», descubrí siete características comunes que compartieron los padres más santos y sus hijos: Vida Sacramental, Abandono en Dios, Amor Sacrificial, Sufrimiento, Simplicidad, Soledad y la Sacralidad de la Vida.
Aquí comienza la primera de estas características en la serie sobre los padres de los santos y lo que hicieron para criar a santos: la Vida Sacramental.
En una boda católica, el sacerdote suele hacer tres preguntas antes del intercambio de votos:
- “(Nombre) y (nombre), ¿han venido aquí para contraer Matrimonio sin coerción, libre y plenamente?”
- “¿Están dispuestos, al recorrer el camino del Matrimonio, a amarse y honrarse mutuamente mientras vivan?”
- “¿Están preparados para aceptar con amor los hijos que Dios les conceda y educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?”
En la última pregunta hay una expectativa implícita, un susurro que desearía que resonara en los corazones de cada pareja el día de su boda: una voz de Dios Padre, similar a la que habló en el Bautismo y la Transfiguración de Jesús, diciendo: “Mis amados hijos, ¿están dispuestos a criar santos para mi gloria?”
Para quienes son llamados al Matrimonio, la mayor responsabilidad es ayudar a su cónyuge a alcanzar el Cielo y, si son bendecidos con hijos, criarlos para que sean santos. Cuando cada pareja se presente ante Dios al final de sus días, Él les hará una pregunta: “¿Hicieron todo lo posible, con mi gracia, para criar santos?” Después de todo, nuestros hijos no nos pertenecen; son prestados por Dios. A Él pertenecen y a Él regresarán.
Si Dios quiere que criemos santos, seguramente nos da la gracia para lograrlo. El mayor medio que Dios otorga a los padres para criar hijos santos es a través de la Vida Sacramental. Los siete sacramentos (Bautismo, Reconciliación, Eucaristía, Confirmación, Matrimonio, Orden Sagrado y Unción de los Enfermos) están estratégicamente dispuestos en los momentos clave de nuestro desarrollo biológico y espiritual, otorgándonos la gracia necesaria en cada etapa.
Los padres de los santos trataban los sacramentos como los siete mayores prodigios de Dios, pues en ellos se encuentra la plenitud de la vida y la virtud.
Bautismo: El primer paso hacia la santidad
En un mundo donde muchos padres retrasan el Bautismo o simplemente no bautizan a sus hijos, los padres de los santos aseguraban que este sacramento se recibiera de inmediato. Por ejemplo, la madre de Santa María Goretti bautizó a sus hijos al día siguiente de su nacimiento. De igual manera, los santos Luis y Celia Martín, padres de Santa Teresita del Niño Jesús, bautizaron a sus hijos lo antes posible.
Reconciliación: La experiencia de la misericordia
En cuanto a la Reconciliación, estos padres procuraban que sus hijos recibieran frecuentemente este sacramento. Aurelia Galgani, madre de Santa Gema Galgani, llevaba a sus hijos todos los sábados a la iglesia para que experimentaran el perdón y la misericordia de Dios. La confesión no era un evento ocasional, sino una cita programada en su vida familiar.
Eucaristía: El mayor tesoro
El tesoro más grande de los padres de los santos era la Eucaristía. Muchos de ellos asistían a misa diaria, como los padres de Santa Gianna Molla. Luis y Celia Martín visitaban el Santísimo Sacramento cada noche durante los primeros años de su matrimonio. Incluso después de la muerte de Celia, Luis llevaba a la pequeña Teresita a visitar a Jesús en el Santísimo.
La devoción a la Eucaristía no se enseña, se contagia. Al ver a su padre emocionarse durante la misa por una hermosa liturgia o una homilía profunda, Santa Teresita aprendió más que en cualquier lección de catecismo. La frase Lex Orandi, Lex Credendi (“La ley de la oración determina la ley de la fe”) refleja esta verdad.
Un legado de fe
Gracias a Dios, el amor de muchos abuelos y padres santos por la Eucaristía se transmitió de generación en generación, como un arroyo que suaviza las piedras con el tiempo y da vida a las flores a su alrededor, incluyendo una “florecita” como Santa Teresita.
Preparando el corazón para el final
La vida sacramental culmina con la Unción de los Enfermos. Cerca del final de su vida, Margarita Bosco le dijo a su hijo, San Juan Bosco: “Hubo un tiempo en que te ayudé a recibir los sacramentos. Ahora es tu turno de ayudarme a mí. Recitemos juntos las oraciones por los moribundos.”
La misión de cada padre católico es preparar a sus hijos para vivir bien, morir en la gracia de Dios y llegar al Cielo. Los padres de los santos no se centraban en criar “buenas personas”, sino en criar santos, construyendo su fundamento sobre la roca de la Vida Sacramental.
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