Cada 5 de agosto se celebra la memoria de San Abel de Lobbes (también conocido como Abel de Reims), un monje benedictino que sirvió como arzobispo de Reims, Francia, desde 743 hasta 748.
Nacido en Escocia, San Abel emigró a Europa continental, donde se le encomendó la tarea de liderar la Iglesia en Francia, que en ese momento enfrentaba serias interferencias del poder político.
Enemigos de la Iglesia
Carlos Martel (688-741), líder de los francos y abuelo de Carlomagno, fue una figura notable por su victoria en Poitiers en 732, donde detuvo la expansión musulmana en Europa. Sin embargo, también se convirtió en una figura controvertida, ambiciosa y constantemente involucrada en asuntos eclesiásticos. Martel buscaba controlar a los obispos galos, favoreciendo el nombramiento de aliados y destituyendo a aquellos que le resultaban incómodos. Este mismo control lo ejerció sobre muchos abades de monasterios y mostró un interés en apoderarse de las propiedades de la Iglesia, lo que causó constantes tensiones e indignación entre los católicos.
A la muerte de Carlos Martel, su hijo Pipino el Breve (714-768) trató de reparar el daño causado por su padre y nombró a Abel como obispo de Reims, quien en ese momento vivía en un monasterio en Bélgica. El objetivo de Pipino era restaurar la fortaleza espiritual de la Iglesia en Galia.
Por otro lado, Milo, el arzobispo depuesto de Reims, mantuvo una postura hostil hacia Abel y conspiró repetidamente para expulsarlo. Abel no fue bien recibido en su sede episcopal, enfrentando la oposición de líderes francos tanto políticos como religiosos. Lamentablemente, Pipino no pudo brindarle el apoyo necesario debido a sus constantes campañas militares.
«Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles» (1Cor 1, 22-23)
Después de tres años en su sede, San Abel se retiró a su monasterio sin haber logrado cumplir con la tarea encomendada, mientras que Milo recuperó la sede de Reims. A pesar de este revés, como señala el portal de la Conferencia Episcopal Francesa, Abel «dio a la Iglesia su oración para compensar lo que no pudo dar a través de su ministerio episcopal».
El santo nacido en Lobbes partió a la Casa del Padre el 5 de agosto de 770.
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