Una Reflexión sobre «El Cántico en el Cadalso» de Gertrude von Le Fort
En la tradición católica, los mártires a menudo son elogiados por su falta de miedo. Santa Perpetua y Santa Felicidad caminaron hacia la arena con la cabeza en alto. Santo Tomás Moro declaró valientemente que moriría, por encima de todo, como el buen servidor de Dios. San Lorenzo se burló de sus verdugos mientras lo asaban vivo. El recordatorio de Dios, como lo expresó frecuentemente el Papa San Juan Pablo II, resuena en los corazones de los católicos: «¡No tengan miedo!»
En medio de tan gran nube de testigos, Gertrude von Le Fort nos invita a reflexionar sobre algo contraintuitivo: el don del miedo. En su novela «El Cántico en el Cadalso», Le Fort explora las formas en que el miedo despoja nuestros egos y purifica nuestros motivos. Nos invita a abrazar nuestras cruces y contemplar el impacto de la gracia en nuestras deficiencias.
Situada durante los años previos y durante el Reinado del Terror en la Revolución Francesa, «El Cántico en el Cadalso» está basada en la historia real de las monjas carmelitas de Compiègne. La comunidad soporta las persecuciones impuestas por el gobierno revolucionario: se prohíbe a las novicias tomar votos, se confiscan propiedades y, finalmente, 16 mujeres del Carmelo son arrestadas y martirizadas en la guillotina.
Perspectiva
Cuando Blanche entra al Carmelo, se le advierte sobre la vida difícil y penitencial que le espera. Blanche responde: «¡Oh, Reverenda Madre, realmente hay otras cosas que temer más que estos pequeños sacrificios!» Blanche entiende que hay cosas que temer, pero la mortificación y el sacrificio no están entre ellas. Su miedo le da una perspectiva eterna e ilumina el mal que infiltra el mundo. Esto la libera del miedo a la inmolación. Es capaz de aceptar la gracia que le permite ofrecer su vida a Cristo.
Purificación
A medida que la revolución continúa e intensifica, también lo hace el celo por el martirio entre las carmelitas. Las hermanas, en particular Sor Marie de l’Incarnation, anticipan con alegría su muerte inminente. Su celo roza la obsesión y parece desarrollarse una arrogancia autojustificadora dentro de ellas.
Blanche, por otro lado, sigue luchando con el miedo. Quiere ser tan valiente como las demás, pero no encuentra facilidad ni alegría en la perspectiva de la muerte, ni siquiera una heroica. Insiste en que será firme, pero abandona el Carmelo al enfrentar por primera vez la perspectiva de la guillotina.
Pobreza
Una última lección revelada por el miedo es la pobreza absoluta en la que nos encontramos ante Dios. Sor Marie de l’Incarnation protesta por la investidura de Blanche, diciendo a la Reverenda Madre: «¡Tales pequeñas llamas no pertenecen a un convento! ¡Las carmelitas demandan fuerza y fe absolutas!» Sor Marie coloca un peso excesivo sobre la probidad personal y se basa en el esfuerzo ante la persecución.
Blanche eventualmente ofrece su vida en martirio, y nos desconcierta. El narrador expresa esto diciendo: «¡Esperabas la victoria de una heroína y viste un milagro en una tan débil!» No esperaríamos que el miedo sea esencial en la vida de un mártir, pero Gertrude von Le Fort nos invita a voltear nuestras expectativas. Al igual que Blanche, también debemos tomar la decisión consciente de abrazar las cruces de nuestra propia debilidad, confiando en que Cristo nos enseñará nuevas perspectivas, nos purificará del ego y, en nuestra pobreza, compensará todo lo que nos falta con todo lo que Él provee.
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