De acuerdo con la tradición, Santa Ana (Hannah en Hebreo, que significa gracia) nació en Belén y se caso con Joaquín, un prospero ganadero (que significa Yahweh prepara) oriundo de Nazareth, ambos descendientes de David.
Pero para Joaquín, había algo que atormentaba su corazón día a día, era el hecho de haber llegado a la ancianidad sin poder procrear descendencia alguna. Afligía más su corazón, el hecho de saber que de entre las 12 tribus de Israel, era el único que no había engendrado vástago. Atesoraba en su corazón, aquella historia en la que Dios le daba un hijo a Abraham en la ancianidad. Por ello, se fue al desierto, instaló su carpa y ayunó 40 días y 40 noches. «No comeré ni beberé hasta que el Señor, mi Dios, me visite, y la oración serán mi comida y bebida«.
Este hecho pesó mucho en el corazón de Ana, quien ahora entre lágrimas se afligía diciendo: «Lloraré mi viudez y también llorare mi esterilidad«.
He aquí que un Ángel del Señor se le aparece a Ana y le dice «El Señor ha escuchado y atendido tu súplica, concebirás y parirás y se hablará de tu primogenitura en toda la tierra«.
A lo que Ana respondió: «Tan cierto como que el Señor, mi Dios vive, sea varón, sea hembra, lo llevaré como ofrenda al Señor, y permanecerá a su servicio todos los días de su vida«.
Lo mismo sucedió a Joaquín. Un Ángel se le presentó haciéndole saber que «El Señor ha oído y aceptado tu ruego. Sal de aquí porque tu mujer, concebirá en su seno«.
Y he aquí que Joaquín llegó con sus rebaños, y Ana, que lo esperaba en la puerta de su casa, lo vio venir, y, corriendo hacia él, le echó los brazos al cuello, diciendo: «Ahora conozco que el Señor, mi Dios, me ha colmado de bendiciones; porque era viuda, y ya no lo soy; estaba sin hijo, y voy a concebir uno en mis entrañas». Y Joaquín guardó reposo en su hogar aquel primer día.
Juntos como esposos, criaron a María para convertirla en un paragón de virtud. Así de muy niña, María fue presentada en el templo y consagrada como sierva del Señor, tal y como Ana lo había prometido.
La Iglesia celebra el 26 de Julio, la festividad en honor a los Santos Padres de la Santísima Virgen María.
ORACIÓN a San Joaquín y Santa Ana
Insigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que fueron escogidos entre todos los santos de Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos.
Con gran confianza recurro a su protección poderosa y les encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por su intercesión.
Como ustedes fueron ejemplo perfecto de vida interior, obténgame el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida.
Denme vivo y constante amor a Jesús y a María. Obténganme también una devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y perfecta caridad.
Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve.
Amén
fuente: proyectoemaus.com
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