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Nuestra SeƱora de Cuapa, 8 mayo de 1980

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Introducción:

Nicaragua ha sufrido mucho por causas políticas y por desastres naturales. En todas las tormentas, la fe católica del pueblo y su gran amor a la Virgen han sido su fortaleza. La aparición de la Virgen en Cuapa ocurre en 1980, cuando Nicaragua se encontraba dominada por un gobierno que hacía lo posible para destruir la fe católica. Querían establecer una «Iglesia popular» separada de Roma, el país estaba en guerra civil, la sangre corría mientras la miseria y el odio se extendían por todas partes. La Virgen llama a sus hijos a construir la verdadera paz.

Las apariciones de Cuapa son reconocidas por la Conferencia Episcopal nicaragüense y el lugar de las apariciones es santuario nacional y fue indulgenciado durante el jubileo del año 2000.

La Virgen Santísima escoge a los mÔs humildes para comunicar su mensaje y para obtener grandes triunfos de su Corazón para la humanidad.

Cuapa es un pequeño y remoto poblado con unas 100 casas campesinas en el departamento nicaragüense de Chontales, al este de Managua, capital de la nación.

La palabra Ā«CuapaĀ» se deriva de Ā«coatl panĀ», que en el idioma indĆ­gena nahualt significa: ā€œpor encima de la serpienteā€, Ā«la que aplasta la cabeza de la serpienteĀ». Al cristiano este nombre le hace pensar en la Inmaculada Concepción, patrona de Nicaragua, quien aplasta a la cabeza de la serpiente. En Cuapa se siente la presencia de la Virgen.

El Vidente: Bernardo MartĆ­nez

Bernardo Martínez nació en Cuapa, Nicaragua en 1931. Su abuelita lo crío y educó cristianamente. Era un campesino sencillo y humilde, piadoso y servicial, que le gustaba ayudar en la Iglesia como sacristÔn. Bernardo es a quien la Santísima Virgen escoge para revelar su mensaje. Desde muy niño Bernardo quiso ser sacerdote, pero no pudo lograrlo en su juventud. Después de las apariciones, por un regalo preciosísimo de la Santísima Virgen, Bernardo, a los 64 años de edad, es ordenado sacerdote en la Catedral de León, Nicaragua, en 1995. Muere como santo sacerdote en el año 2000 y se celebra la misa de resurrección en la misma catedral. Tuvimos la dicha de conocerlo poco tiempo después de las apariciones. No era aun sacerdote. Nos sorprendió su humildad y prudencia, su amor a la Virgen y a la Iglesia.

Bernardo Martínez, el vidente de la Virgen María, nació el 29 de Agosto de 1931 (día de San Bernardo) en el pueblo de Cuapa, Chontales, Nicaragua, unos meses antes del terrible terremoto que destruyó la capital de Managua el 31 de Marzo de ese mismo año.

Los Padres de Bernardo eran de Cuapa. El papƔ era recio, moreno y elegante. La mamƔ se llamaba Simeona Martƭnez y era blanca. Bernardo tuvo tres hermanas mujeres Marina, Celia y Leonor, y dos hermanos varones: Basilio y JosƩ Luis.

Bernardo creció, separado de su familia, o con escasa relación con sus parientes, pues éstos vivían lejos. Se crió con su abuelita materna en su casa (la que esta ubicada en el gancho camino, entre Cuapa y el lugar de las apariciones). La abuelita de Bernardo, doña Eloisa Jaime, era una campesina de la zona de Chontales, que no sabía leer y escribir, sin especial cultura, pero era una persona inteligente, con gran sentido común y mucha memoria. Se sabía bien la doctrina católica, el Catecismo y las oraciones, escuchaba con atención y devoción los sermones de las misas de los domingos, y de las fiestas; y toda esa ciencia popular almacenada, la infiltraba presurosamente en el corazón de su nieto Bernardo. Doña Eloisa siempre llevaba a Bernardo a la Iglesia, para que practicara la religión que iba aprendiendo. Ella le enseño a rezar el Rosario, le inculcó respeto para todas las personas. Y el niño tomó gusto por aquello.

Cuando Bernardo era niño llamaba «mamÔ» a su abuelita, ésta le decía. «Yo no soy tu mamÔ. Tu tienes dos mamÔs: una en la montaña y otra en el cielo». A su verdadera mamÔ no la conoció, sino mucho mÔs tarde, cuando ya tenía 18 años. Bernardo, sin embargo, siguió viviendo con su abuelita, hasta que esta murió, el 5 de abril de 1974. Tenía Bernardo 43 años, y de allí en adelante vivió solo. Para eso su abuelita lo había preparado, enseñÔndole a cocinar, lavar la ropa y hacer cualquier otro oficio doméstico.

La Primera Comunión de Bernardo

Bernardo dio su primera comunión cuando tenía 7 años de edad. Lo prepararon sus tías, Genovena Martínez, Rafaela y Rosa. Bernardo dió la primera comunión en Comalapa, pueblo vecino de Cuapa. El PÔrroco de Comalapa, era el Padre Ignacio y Arias. Este era un sacerdote muy bondadoso. Bernardo le contestaba muy bien todas la preguntas de la cartilla y la oración «Todo fiel Cristiano». Contento el Padre Genovena le dijo bromeando. «Tú sabes mÔs que Yo. Puedes hacer la Primera Comunión». Y Bernardo se confesó con él, y al día siguiente fue la Misa y dio su Primera Comunión.

Devoción a la Imagen de La Purísima

Bernardo tenía unos ocho años de edad, y era un chavalito totalmente sencillo, campesino de la orillas de Cuapa. Su abuelita, que lo había criado en la inocencia, lo llevaba de tanto en tanto a Juigalpa, por el camino viejo, el que pasa cerca del peñón, y transitaba sólo a pie o a caballo. Entonces no había otro camino, para ir a la cabecera Departamental. No estaba todavía la carretera actual.

En Juigalpa iban a la iglesia parroquial, y después de la misa, mientras la abuelita se entretenía platicando con sus amigas, Bernardo recorría los altares, viendo las distintas imÔgenes, y escogiendo la que mÔs le gustaba. Pronto se decidió por una, la de La Purísima. La vió y se enamoró de ella. Cada vez que volvían a Juigalpa, él la iba a visitar. Así pasaron cinco o seis años.

Un día Bernardo, ya grandecito, de unos catorce años de edad, fue a visitar al Padre Octavio Mejia Vilchez, PÔrroco de Juigalpa, a cuya jurisdicción pertenecía Cuapa. El Padre Mejia, era inteligente y activo, pero irritable cuando le atacaban unos dolores en las piernas.

El Padre le preguntó a Bernardo. «¿Vas a venir a la procesión que estamos preparando?Ā». Ā«ā€˜ĀæCuĆ”l procesión?Ā» preguntó Bernardo. Ā«Las hijas de MarĆ­a van a comprar una nueva imagen de la virgen, de Barcelona de EspaƱa, moderna y muy bonita. La vamos a poner en el lugar de la que ya tenemos, porque no se puede tener dos imĆ”genes de la PurĆ­sima en la misma Iglesia. Vamos a traerla en procesión desde El Salto a Juigalpa. (unos dos kilómetros y medio de recorrido). Ā«Vos estĆ”s invitado a acompaƱarnosĀ»

Bernardo le agradeció la invitación y le preguntó «¿Y qué van hacer ustedes con la imagen antigua?» «Yo no sé qué hacer con ella, respondió, Nadie la quiere, ni siquiera como regalo».

Después le dijo que probablemente la quemarían. Aquello fue para Bernardo como una herida en el corazón, y sintió tristísimo. ¿Quemar la imagen de la Virgen María? ¿La propia Imagen que tango le gustaba a él?

«Padre le dijo entonces. ¿no quisiera usted venderla».

El respondió que la podía vender en 300 córdobas. Una cantidad que entonces equivalía a mÔs de cuarenta dólares, que era un pequeño capital, para un chavalo campesino de 14 años.

«Esta bien contestó Bernardo. Si podemos comprarla, la compraremos, porque en Cuapa no tenemos imagen de la Purísima». Y Bernardo, comenzó entonces a andar por toda Cuapa hablÔndoles a los adultos sobre el caso, pero la gente no le prestó atención.

Bernardo entonces se dirigió a los jóvenes y a las muchachas. Irma Menese, Dionisia Aragón y otros formaron un Comité, para pedir y recoger los 300 córdobas. Por ese tiempo un guineo costaba un centavo, un plÔtano costaba cinco centavos o un real (10 centavos.) Nunca dieron un córdoba. En un registro llevaban los nombres de los donantes, y en un cuadernito los nombres de los colectores. El domingo salieron a pedir. A unos les gustó ayudar, a otros, no; y recibían la petición de mal modo. «Haraganes, decían; lo quieren para comprar sus camina». Por eso varios colectores se retiraron. Varios padres de familia prohibieron a sus hijos andar pidiendo, por temor que robaran la limosna. Al final sólo quedaron unas niñas y Bernardo. Pero lograron reunir los 300 córdobas y se ellos levaron al Padre Mejía Vílchez. Pero cuando el Padre recibió el dinero, ellos prudentemente le pidieron que les diera recibo. El lo entregó con su firma y sello. Este recibo se guarda todavía en el Archivo de Cuapa.

Cuando Bernardo llegó con la Virgen al Plan de la Piedra , ya había gente allí, esperando. Bajaron la imagen del macho moro, la pusieron en andas y así la llevaron en hombros hasta Cuapa. Resonaron los cohetes y los cantos y se desarrolló la primera procesión de la Purísima. La adornaron con flores silvestres y aquello fue un triunfo y una felicidad. Al llegar al pueblo la colocaron de pie en una mesa de la iglesia. La procesión había recorrido unos cinco o mÔs kilómetros.

La imagen fue colocada en la iglesia antigua, la única que entonces existía. Allí estuvo con su camarín y altar hasta 1980 sin llamar la atención. Pero ese año, el 15 de Abril, se iluminó sola, es decir se puso toda resplandeciente en la oscuridad de la noche.

Vocación Sacerdotal

Desde muy temprana edad, Bernardo quería ser Sacerdote, porque él creía que los Sacerdotes hacían o pensaban cosas hermosas. Para Semana Santa de 1949, el Padre Salomón Carballo, Director del Colegio San Juan Bosco de Granada fue a celebrar a Cuapa. En esos tiempos la distancia se sentía mÔs grande, porque los caminos no eran tan buenos, sin embargo el Padre Carballo se animó y se fue para Cuapa desde Granada, invitado talvez por el Señor Obispo. DIOS premió al Padre Carballo, porque ahora sabemos el tesoro que hay en Cuapa. Y allí estaba Bernardo, con sus 17 años cumplidos, ayudando en todo lo que podía, humildemente, en la iglesia. Y no dejó pasar la oportunidad de hablar con el Padre Carballo, diciéndole que él quería ser Sacerdote, sin embargo su familia se opuso. Sería hasta el año 1995 que Bernardo es ordenado Sacerdote por Monseñor Bosco Vivas.

Chantaje a Bernardo

Bernardo contó al Sacerdote Jorge RodrĆ­guez, en el Seminario donde esta recluido advirtiĆ©ndole que no podĆ­a revelar todo lo que le dijo MARƍA. Bernardo cuenta que cuando el Obispo de Juigalpa, MonseƱor Pablo Antonio Vega, lo autorizó a revelar el milagro y muchedumbres de romeros empezaron a acudir a Cuapa, tres funcionarios del rĆ©gimen sandinista lo fueron a ver, para ofrecerle , gratis, una hacienda de buenas tierras, con ganado. La condición: decir que La Virgen era sandinista. Bernardo les explicó que Ć©l no podĆ­a faltar a la verdad. Ellos transaron: bastarĆ­a que omitiera que era anti-sandinista. Bernardo contestó: Ā«Yo no puedo traicionarlaĀ». Entonces, los diarios oficiales como Barricada y la televisión sandinista iniciaron una campaƱa acusĆ”ndolo de loco, histĆ©rico y alucinado. Una mujer llamada Sandra, comenzó a rondarlo y a susurrarle al oĆ­do concupiscencias asĆ­: Ā«Quiero verte a medianocheĀ». Los fieles católicos que protegĆ­an a Bernardo descubrieron fotógrafos al acecho. Una maƱana la policĆ­a sandinista invadió su casa y trató de secuestrarlo. Pero los devotos que dormĆ­an en la casa de Bernardo, se les enfrentaron. La Iglesia para resguardarlo, trajo a Bernardo al Seminario donde se dedicó a cuidar el jardĆ­n y deleitaba con sus relatos a los seminaristas.

Después de las apariciones, por un regalo preciosísimo de la Santísima Virgen, Bernardo, a los 64 años de edad, es ordenado sacerdote en la Catedral de León, Nicaragua, en 1995. Muere como santo sacerdote en el año 2000 y se celebra la misa de resurrección en la misma catedral.

LAS APARICIONES DE LA VIRGEN

PRIMEROS SIGNOS DE LA APARICIƓN: LA IMAGEN DE LA VIRGEN, ILUMINADA – SIGNO DE LA LUZ

Las primeras seƱales empiezan a ocurrir el 15 de abril de 1980 en la iglesita de Cuapa donde Bernardo era sacristƔn.

Al llegar el a la sacristĆ­a se encuentra la imagen de la Virgen toda iluminada. Ɖl inmediatamente, en su sencillez, lo atribuye a que los muchachos que jugaban bĆ©isbol le habĆ­an roto el techo y por eso entraba tanta luz. Pero luego vio que aquello era sobrenatural. DespuĆ©s vino otra seƱal: una luz encendida en la capilla.

Bernardo pensó que alguien de los que ayudaban en la iglesia la habĆ­an dejado asĆ­ y, como Ć©l era el encargado, se preocupó por los gastos de la electricidad. Desde ese momento los milagros empiezan a ocurrir en el corazón del humilde campesino. Ɖl que antes tendĆ­a a la ira, segĆŗn su propio testimonio, y peleaba con las personas cuando algo no estaba bien, ahora se quedaba callado. Con el suceso de la luz encendida pensó pagar Ć©l mismo los gastos y no decir nada y, con respecto a la imagen iluminada, pensó, antes de comprobar el fenómeno, que no les iba a decir nada a los muchachos, porque ya habĆ­a sido bien severo con ellos cobrĆ”ndoles el daƱo del techo causado anteriormente.

Cuando antes Bernardo se enojaba con ira, ahora tan solo se pone triste y reza. La Virgen trae la luz del SeƱor que transforma los corazones.

Testimonio de Bernardo sobre la Virgen Iluminada

En nombre del Padre,
y del Hijo,
y del Espƭritu Santo. AmƩn.

Yo, Bernardo MartĆ­nez, voy a contar a mi Obispo, Mons. Pablo Antonio Vega, los acontecimientos ocurridos en el valle de Cuapa. Quiero obedecerle y en todo me someto a Ć©l. Fue en la capilla vieja donde empezaron las seƱales, en una fecha que no recuerdo; tal vez a finales de marzo. Entrando yo a la sacristĆ­a encontrĆ© una bujĆ­a encendida. Entonces culpĆ©, a DoƱa Auxiliadora MartĆ­nez, porque creĆ­ que ella la habĆ­a dejado encendida. En otra que no recuerdo, volvĆ­ a entrar a la capilla y hallĆ© otra bujĆ­a encendida, tal vez en los primeros dĆ­as de abril. Entonces culpĆ© a DoƱa Socorro Barea. Yo no pensaba que venĆ­a del cielo estas seƱales y por eso formaba pleito con estas seƱoras, por el gasto de electricidad. QuerĆ­a decirles que tuvieran mĆ”s cuidado con la luz y siempre el que maneja las llaves de una casa tiene que tener mĆ”s cuidado. Y esta era mi inconformidad. Pero cuando quise ir a regaƱarlas y fui a la casa para hacerlo, no pude decir nada. Las miradas inocentes – en mi interior miraba yo eso – veĆ­a que las estaba culpando sin culpa. PensĆ© entonces no decir nada y si algo se gastaba mĆ”s del mĆ­nimo, pagarlo yo.

El 15 de Abril de 1980 mirĆ© la imagen iluminada. PensĆ© que eran los muchachos que, jugando en la plaza, habĆ­an quebrado las tejas y asĆ­ era que entraba claridad sobre la imagen. TambiĆ©n pensĆ© que les iba a cobrar las tejas y la reparación, pues ya antes le habĆ­a cobrado; desde entonces no la habĆ­a vuelto a hacer. Pero yo pensaba que ellos habĆ­an entrado intrusamente, porque yo vivo lejos y pensĆ©: Ā«Ahora quĆ© yo no estaba, jugaron y me quebraron las tejasĀ». Me acerquĆ© para ver y vi que no habĆ­a ningĆŗn agujero en el techo; salĆ­ para ver si por las ventanas entraba luz de fuera y no vi nada. VolvĆ­ cerca de la imagen para ver si le habĆ­an puesto un rosario fosforescente; le mirĆ© las manos, los pies, el cuello …. no era nada de eso. La luz no salĆ­a de ninguna cosa; la luz salĆ­a de ella.

Para mi fue un gran misterio. Con la iluminación que ella daba se podĆ­a caminar sin tropezar. Y era de noche, casi las ocho de la noche, porque habĆ­a llegado tarde. Entonces fue cuando yo comprendĆ­ que esa cosa era extraƱa; que ya no era una cosa comĆŗn. Para mi pensĆ©: Ā«La SantĆ­sima Virgen, la Madre SantĆ­sima, estĆ” enojada conmigo porque yo he estado peleando con la genteĀ», y decidĆ­ pedirle perdón porque me conmovió tanto el verla asĆ­ iluminada; vi linda la imagen …. Ahora ya no la veo tanto. Me fui a tocar la campana porque lleguĆ© con una hora de retraso y con lo de la iluminación, mĆ”s tarde se me habĆ­a hecho para el rezo del rosario. En mi pensamiento tenĆ­a grabado todo aquello que habĆ­a visto y pensaba. Ā«Soy el culpableĀ».

En estos pensamientos andaba cuando me acordé que, cuando era niño, mi abuelita me decía que nunca fuera «candil de la calle y oscuridad de mi casa». Comprendí mi pecado: Quería que otros hicieran la paz y yo andaba peleando en mi casa. Digo esto porque había ayudado a solucionar un problema en el pueblo de Cuapa. Había división entre la gente, porque muchos se oponían a que llegaran cubanos para la alfabetización; en especial se oponían los muchachos alfabetizadores. Ellos decían que entre todos podríamos hacerlo: profesores, alumnos del centro escolar y voluntarios del pueblo. Los muchachos estaban tan violentos que decían: «Si el padre quiere que aquí vengan cubanos, que mejor se vaya él a su Italia». Pero poco a poco, hablando con el padre arreglamos todo sin violencia. Digo que «arreglamos todos, porque a Cuapa no llegaron cubanos para la alfabetización.

Pero en la Comarca del Silencio (pueblecito situado al otro lado de las montañas, cerca de unos 10 kilómetros al este de Cuapa) hubo un problema con un muchacho que se enfermó y tuvieron que llevar a un cubano para reemplazarlo. Resulta que el cubano, al ver que los campesinos dan gracias a Dios por la comida, les decía: «No digan así. Digan como nosotros decimos Gracias a Fidel que ya comí.» Esto vino a ser como prueba de que llevÔbamos razón en no querer que llegaran cubanos a Cuapa, porque este muchacho estaba enseñando a poner a un hombre en el lugar de Dios.

Yo pensé en todo esto y me volvió el pensamiento de que allí ayudé a poner paz, pero en mi casa no lo estaba haciendo. (Es interesante notar, especialmente a la luz de la ordenación de Bernardo, en agosto de 1995, como sacerdote de la Iglesia Católica, que él considera «la iglesia» como su casa.) Y así decidí pedirles perdón delante de toda la gente. Lo hice y ellas me perdonaron.

Después del perdón público, conté a toda la gente que vino a rezar el rosario, lo que había visto: la imagen iluminada. Pero les deje que lo guardaran en secreto. No fue así. El secreto corrió por todo Cuapa y yo sufrí con ello por las burlas que algunos hicieron.Una de las hermanas de la comunidad fue a Juigalpa y se lo dijo al sacerdote que es nuestro pÔrroco. Cuando yo llegaba a Cuapa, él me decía, «¿Qué tenés vos de nuevo? Yo decía que nada y él insistía, «Vos tenés algo».

Un día llegué donde Doña Cosuelo Marín y me preguntó. Yo le conté todo lo sucedido y ella me dijo que lo creía y que le dijera a la Virgen que ella quería verla iluminada. Me hizo prometerle que le avisaría si la volvía a ver. Otro día, el Padre, el sacerdote, me preguntó, me preguntó de nuevo y me refirió todo lo que ya le habían dicho. Yo le dije que sí; que era verdad. El me dijo que se lo dijera todo de nuevo. Se lo referí. El me preguntó qué era lo que yo rezaba. Le dije que el rosario y las tres Avemarías a la Santísima Virgen desde que era pequeño. Y que mi abuelita me había enseñado a invocarla siempre que tuviera algunas tribulación, diciéndole: «No me dejes, Madre mía». También me enseño a decir:

Es MarĆ­a Auxiliadora dulce faro de la mar;
es el amor de mi alma desde que yo supe amar.
Ella en mi niñez mis pasos guió,
y por eso desde niƱo siempre la quise yo.

Esto me lo enseño de memoria, porque ella no sabía leer. Entonces me dijo el sacerdote que hiciera oración y le pidiera a la Santísima Virgen que si algo quería de nosotros, que se manifestara mÔs claramente. Lo hice, pero rezaba así: Madre Santísima, no me des a mi ningún encargo. Tengo muchísimos problemas en la Iglesia. Dale el encargo a otra persona, porque yo quiero evitarme mÔs problemas. Tengo muchos ahora. Ya no quiero mÔs. Así decía yo a la Santísima Virgen.

Con el correr de los días, la gente se empezó a olvidar de lo de la iluminación de la imagen. Yo, por mi parte, seguía con mi oración como el padre me lo había ordenado.

Ahora comprendo que la Santísima Virgen como que quiso prepararme; como lo hace un agricultor con su terreno. Con aquella confesión en público que hice ante mis hermanos, con la que yo pedí perdón, yo fui como el lugar donde se dio un cambio. Tuve un cambio con el que Ella me preparó.

PRIMERA APARICIƓN: 8 DE MAYO Ā«VENGO DEL CIELO, SOY LA MADRE DE JESÚSĀ»
EL CONSUELO Y LA MISIƓN

La primera aparición ocurre un día 8 de mayo de 1980. En el corazón de Bernardo se estaban experimentando sensaciones que él no podía entender, así que decidió irse a pescar al río para disiparse un poco. Camino de regreso con su pesca, se recostó a un Ôrbol a rezar.

A las tres de la tarde ve un relĆ”mpago y, sin saber de dónde venĆ­a, caminó unos seis pasos y vio otro relĆ”mpago, entonces empezó a ver la imagen de la Virgen de La Asunción, conocida en Nicaragua como la PurĆ­sima o la Inmaculada Concepción. Ɖl pensaba que le estaban jugando una broma y, aunque tenĆ­a asombro de lo que veĆ­a, no decĆ­a nada, hasta que en uno de los movimientos de la SeƱora, que es como le llama Bernardo, la Virgen con los rayos que salĆ­an de sus manos dieron en el pecho de Bernardo; y es entonces que Ɖl se atreve a preguntarle: ā€œĀæquiĆ©n es usted?ā€, a lo que ella respondió con dulzura : ā€œVengo del cielo, soy la madre de JesĆŗsā€.

Bernardo enseguida recordó que el sacerdote con quien habĆ­a hablado cuando aparecieron las primeras seƱales, le recomendó que le preguntara a la Virgen cuales eran sus deseos. Una vez hecha la pregunta, la SeƱora responde: ā€œQuiero que recen el Rosario todos los dĆ­as. No quiero que lo recen solamente en el mes de mayo. Quiero que lo recen permanentemente, en familia, desde los niƱos que tengan uso de razón…que lo recen en una hora fija cuando ya no haya problemas con los quehaceres del hogarā€

Continuó enseƱƔndole y diciĆ©ndole que al SeƱor no le gusta que hagamos oraciones de forma ligera o mecĆ”nica, y por eso nos recomendó el rezo del rosario con citas bĆ­blicas y querĆ­a que pongamos la palabra de Dios en prĆ”ctica. TambiĆ©n le dijo: «Ámense, cumplan con sus deberes. Hagan la Paz. No (solo) pidan la paz al SeƱor porque si ustedes no la hacen no habrĆ” pazĀ». DespuĆ©s de una pausa dijo: ā€œNicaragua ha sufrido mucho desde el terremoto. EstĆ” amenazada a sufrir mĆ”s todavĆ­a. SeguirĆ” sufriendo si ustedes no cambian. Reza, hijo mĆ­o, el rosario por todo el mundoā€. Continuó la Virgen: ā€œDiles a creyentes y no creyentes que al mundo lo acechan graves peligros. Pido al SeƱor que aplaque su justicia; pero si ustedes no cambian, abreviarĆ”n la venida de una tercera guerra mundialā€. Bernardo al comprender que tenĆ­a que decĆ­rselo a toda la gente le respondió: ā€œSeƱora tengo muchos problemas en la Iglesia. DĆ­gaselo a otra persona.ā€ A lo que Ella contestó: ā€œNo, porque el SeƱor te ha escogido a vos para que des el mensajeā€.

Esta reacción de Bernardo nos recuerda a otros videntes, como Juan Diego ante la Virgen de Guadalupe Bernardo prefirió guardar todo en secreto, pero estaba triste y sentĆ­a como un peso de no decir aquello que habĆ­a visto. A los ocho dĆ­as cuando iba en busca de una ternera, buscó otro camino que no fuera el de la aparición. DespuĆ©s de caminar un rato, vio un relĆ”mpago y sintió el gozo de la primera vez; luego vino otro relĆ”mpago y enseguida vio a la Virgen. Ella le dijo en tono amable pero de reclamo: ā€œĀæPor quĆ© no has dicho lo que te mandĆ© a que dijeras?ā€ ,Y Bernardo respondió: ā€œEs que tengo miedo. Tengo miedo de que se burlen de mĆ­ā€. Y entonces la Virgen le dijo: ā€No tengas miedo. Yo te voy a ayudar; dile al sacerdoteā€. Hubo otro relĆ”mpago y luego desapareció.

SEGUNDA APARICIƓN: 8 DE JUNIO Ā«EL CAMINO DEL CIELOĀ»

El 8 de junio Bernardo fue al lugar de las apariciones, mĆ”s no sucedió nada. Pero a la noche tuvo un sueƱo en el que vio a la Virgen en el lugar de las apariciones. Ella le seƱaló una zona del cielo y allĆ­ apareció, como en cine, una multitud de personas con vestidos hermosĆ­simos. Ɖl lo describe asĆ­: ā€œMirĆ© un grupo de personas, que, vestidas de blanco caminaban hacia donde sale el sol. Cantaban. Los oĆ­a, pero no entendĆ­a las palabras. TenĆ­an un gozo que yo jamĆ”s habĆ­a visto. Luego apareció otro grupo, y la Virgen me dijo: ā€˜Mira. Ɖstas son las primeras comunidades cuando empezó el cristianismo. Son los primeros catecĆŗmenos. Muchos de ellos fueron mĆ”rtires. ĀæQuieren ustedes ser mĆ”rtires?ĀæTe gustarĆ­a a vos ser mĆ”rtir?’» Bernardo sigue relatando: ā€œYo no sabĆ­a lo que esto significaba pero le dije que sĆ­. DespuĆ©s vi otro grupo, vestido de blanco con rosarios luminosos en las manos. Se les veĆ­a en oración, rezaban el Padrenuestro y diez AvemarĆ­as. Yo rezaba con ellos. DespuĆ©s vi un tercer grupo, todos vestidos de color cafĆ©. Luego de haber rezado me dijo la SeƱora: ā€˜Estos recibieron el rosario de mano de los primeros.’ Vino un cuarto grupo, pero estos, venĆ­an vestidos como nosotros vestimos. SentĆ­ de pronto que podĆ­a entrar en este grupo, porque vestĆ­an como yo. Pero me mirĆ© las manos y me las vi negras, ellos, en cambio, como los anteriores despedĆ­an luzĀ» .

Entonces dije: SeƱora con estos me voy porque estĆ”n vestidos como yo. Ella me dijo: ā€˜No todavĆ­a te falta, tienes que decir a la gente lo que has visto y oĆ­do. Te he mostrado la gloria del SeƱor, y esto van a adquirir ustedes si obedecen al SeƱor, la palabra del SeƱor, si perseveran en el rezo del Santo Rosario y ponen en prĆ”ctica la palabra del SeƱorā€™ā€.

TERCERA APARICIƓN: 8 DE JULIO Ā«EL PODER DE LA ORACIƓNĀ»

Para la aparición que correspondía al 8 de julio la Virgen no vino al lugar de las apariciones, sino que Bernardo tuvo un sueño que se relaciona con la confirmación de todos estos sucesos que parecían de orden sobrenatural.

TambiĆ©n el sueƱo tiene que ver con las peticiones y encargos que la gente le hacĆ­a a Bernardo para que le pidiera a la SeƱora. En el sueƱo, Bernardo ve a un Ć”ngel y Ć©ste le dice que la oración que habĆ­a Ć©l hecho, en el lugar de la aparición y donde la Virgen no llegó, habĆ­a sido escuchada. Entre las peticiones de mucha gente, se encontraba la de una seƱora que tenĆ­a un hermano preso, acusado injustamente; y el Ć”ngel trajo un mensaje para ellos. El Ć”ngel dijo: ā€œVe y dile a la hermana que el preso estĆ” muy triste; que le aconseje que no firme un documento; que lo van a presionar para que lo firme haciĆ©ndose responsable de un dinero; Ć©l es inocente. Que ella no se aflija, que va a poder hablar con Ć©l a solas, que la van a tratar con amabilidad. Que vaya el lunes al comando de Juigalpa a dar todos los pasos para sacarlo, porque ese dĆ­a lo van a dar. Que lleve mil córdobas porque le van a cobrar la multaā€. Bernardo, despierto del sueƱo, hizo lo que el Ć”ngel mandó. Todo salió como el Ć”ngel habĆ­a dicho. Luego la seƱora, maravillada del evento, fue a dar gracias a Bernardo por lo ocurrido.

CUARTA APARICIƓN: 8 DE SEPTIEMBRE Ā«SER TEMPLOS VIVOSĀ»

En agosto no hubo aparición, sino hasta el mes de septiembre.

Bernardo fue acompaƱado de mucha gente, al lugar de la aparición; y como era costumbre, al segundo relĆ”mpago veĆ­a a la SeƱora, solo que esta vez la vio como niƱa. Bernardo la describió asĆ­: ā€œElla era bellĆ­sima, pero niƱa. Era pequeƱa, vestĆ­a una tĆŗnica color crema pĆ”lido. No tenĆ­a velo, ni corona, ni manto. NingĆŗn adorno, ni bordado. El vestido era largo, manga larga y estaba ceƱido con un cordón rozado a la cintura. El cabello le caĆ­a a los hombros y era color cafĆ©. Los ojos tambiĆ©n, aunque mĆ”s claros, casi color miel. Toda ella irradiaba luz. Se parecĆ­a a la SeƱora, pero era una niƱa. Era como una niƱa de ocho aƱosā€.

Cuando le habló, le dio el mensaje diciendo: ā€œQuiero que recen el rosario, todos los dĆ­as. No quiero que lo recen solamente el mes de mayoā€ā€¦ Y continĆŗa sucesivamente como en el primero. Bernardo le dice que, como le quieren construir una iglesia, hay personas que le han regalado dinero y ya tienen recogido ochenta córdobas. Ella le contesta: ā€œNo. El SeƱor no quiere templos materiales. Quiere los templos vivos, que son ustedes. Restauren el Sagrado Templo del SeƱor. En ustedes tiene el SeƱor todas sus complacenciasā€.

QUINTA APARICIƓN : 13 DE OCTUBRE Ā«VIRGENCITA DE CUAPAĀ»

En esta aparición Nuestra Madre se aparece como la Virgen Dolorosa.

Decía estar triste porque le dolía ver la dureza de corazón de algunas personas; y le encargó a Bernardo orar para que esas personas cambiaran; le recomendó renovar la devoción de los primeros cinco sÔbados; y concluyó diciéndole a Bernardo que ya no la vería mÔs en aquel lugar.

El mensaje de Nuestra SeƱora en Cuapa, Nicaragua

Mons. Bernardo Hombach, Obispo de la Diócesis de Granada (año 2000), nos ha dicho que el mensaje de la Virgen de Cuapa es profundamente bíblico y corresponde a la sana doctrina de la Iglesia. El mensaje de Cuapa ayuda a profundizar la devoción a la Virgen María sobre un fundamento bíblico y cristológico, así como la entiende nuestra Madre Iglesia.

Los puntos principales del Mensaje son:

Recen el Santo Rosario, todos los dĆ­as. En familia. A una hora tranquila. Meditando los misterios con las Sagradas Escrituras.
Pidan fe, paciencia, fuerza para llevar la cruz.
Renueven la devoción de los Primeros SÔbados.
Mediten en las Bienaventuranzas.Ā“
Ámense unos a otros y perdónense.

Hagan la paz ustedes; no se contenten con pedirla. Si ustedes no la hacen, no habrƔ paz. Platiquen entre ustedes; entiƩndanse, y nunca vayan a la violencia.

Nicaragua ha sufrido mucho, y seguirĆ” sufriendo si ustedes no cambian.

No se aflijan: Yo estoy con ustedes aunque no me vean. Una Madre no olvida nunca a sus hijos.

Invóquenme con estas palabras: Ā«SANTƍSIMA VIRGEN, vos sos mi Madre, la Madre de todos nosotros los pecadores.Ā»

MANIFESTACIƓN DE LA VIRGEN MARƍA EN LA IGLESIA DE NUESTRA SEƑORA DE LAS VICTORIAS, EN EL CRUCERO

ā€œComo a las 12:00 de la noche escuchĆ© la voz de la Virgen como la aparición en Cuapa, entró a mi cuarto toda rodeada de luz con un velo en la cabeza, una corona, un manto azul celeste y un niƱo en brazosā€

ā€œHijo estoy contenta por que estĆ”s siguiendo mis apariciones, quiero que se restaure la parroquia de Nuestra SeƱora de las Victorias, que se den catecismosā€¦ā€

La Manifestación en el Crucero

En 1987 Bernardo tuvo una manifestación de la Virgen María en la Iglesia de Nuestra Señora de las Victorias, en El Crucero. El Crucero es un pequeño pueblo situado en el kilómetro 24 de la Carretera Sur, saliendo de Managua hacia Diriamba. Bernardo relató la manifestación así:

Cuando llegué a Managua, huyendo de la persecución que había desatado contra mí el gobierno sandinista, estuve cuatro años oculto en el Seminario Menor y después, en 1986, pedí al señor Obispo que me dejara ir a trabajar a la iglesia de Nuestra Señora de las Victorias, porque el primero, Monseñor Anclino, estaba muy anciano. Obtuve el permiso y fui a ayudarle, pero vi. que había mucho trabajo por hacer, tanto espiritual como material, y no hallaba por donde empezar.

Le pedí a Monseñor Mondragón que asignara unos seminaristas para que me ayudaran, y él me envió a doce muchachos, pero eran de los que acababan de ingresar al seminario y no tenían gran instrucción. Entonces fui a casa de los Jesuitas, compré algunos catecismos y les di catequesis para que ellos se instruyeran y enseñaran a la gente. Entonces fue que desató la gran persecución contra los jóvenes, para obligarlos al servicio militar.

A los jóvenes en ese tiempo se los llevaban sin entrenamiento, ni instrucción alguna; simplemente a morir en las montaƱas de Nicaragua. Yo temĆ­a que se llevaran a los muchachos que estaban conmigo. Cuando nos reunĆ­amos con los jóvenes, habĆ­a allĆ­ cerca una casa en la que estaban los milicianos y se quedaban mirĆ”ndonos como diciendo: Ā«Estos andan tan tranquilos y nosotros aquĆ­ con este rifle…..Ā» Siempre hay un espĆ­ritu de revanchismo, Āæverdad?, en el que estĆ” en una situación difĆ­cil, contra el que estĆ” en mejor situación, y yo tenĆ­a miedo de eso.

Entonces fue cuando, el 7 de marzo, nos reunimos a dormir en la sacristía de la iglesia. Acuñe bien las puertas, asegurÔndolas para que nadie entrara; porque también pasaba esto, que entraban de noche a las casas a llevarse a los muchachos. No lo hacían de día, sino de noche, como un secuestro, y lo jóvenes desaparecían; se los llevaban no sé a dónde. Ni sus padres ni nadie los sabía, solamente las autoridades. Por esto, no me podía dormir, porque estaba cuidando a los muchachos.

Ellos dormĆ­an en los cuartos, mientras yo pensaba: Ā«QuizĆ” vengan a buscarlos, pero aquĆ­ tenemos unos garrotes para no dejar que se los lleven; es mejor muramos aquĆ­ – pensaba yo – antes que ir a morir en las montaƱas. Pero esto humanamente hablando, porque lo religioso no se puede actuar asĆ­. Humanamente, porque son hombre como cualquier otro, yo pensaba que debĆ­amos apalearlos. Pero ellos estaban mejor armados, porque nosotros sólo tenĆ­amos garrotes y ellos podĆ­an darnos un balazo y asĆ­ morirĆ­amos. En eso pensaba, cuando se me ocurrió: Ā«Esto es tentación de SatanĆ”sĀ», lo de apalear a la gente y estar molestando a las personas. Entonces saquĆ© mi rosario, me sentĆ© en la cama y me puse a rezar el rosario.

Ya era pasada la medianoche cuando me dije, «Voy a descansar un ratito, para después seguir orando, para tranquilizarme y dormirme». Porque a veces me duermo rezando el rosario. Entonces fue cuando oí la voz que me llamaba: «Bernardo» Yo reconocí la voz de Ella; la voz dulcísima que siempre describo cuando relato las apariciones de la Virgen.

Me dije: «”La Virgen me habló!» ¿SerÔ que alguien la estÔ imitando, tratando de engañarme para que yo abra la puerta y me lleven a los muchachos?» Pero pensé «No; nadie la puede imitar». Porque ha habido personas, especialmente mujeres, que han querido imitar la voz, para ver si yo puedo reconocerla y decir esta es la voz, pero ninguna es igual. Entonces, me convencí: «Nadie la puede imitar, y ”mucho menos un hombre». Le contesté: «Aquí estoy».

Así, pues, no había encendido la luz ni abierto las puertas (que son enteras de madera) cuando vi una luz traspasaba la tabla de la puerta y que el cuarto se iba iluminando. Me quedé mirando y pensé: «¿Cómo es que esa luz traspasa la puerta como si fuera vidrio?» Y luego veo que Ella pasa también a través de la puerta y se detiene frente a mí. ”ELLA! Entonces me arrodillé. Uno de los muchachos dormía cerca de mí; le toqué el pie y le dije «LevÔntate, que la Virgen entró a nuestro cuarto? ”Mírala, ve qué bella es!».

El muchacho me contestó, «Déjeme dormir, que estoy cansando». Esto lo dijo como dormido, así que lo dejé en paz. Entonces la vi bien. La luz que daba en el cuarto venía de una aureola de luz que tenía alrededor del cuerpo. Llevaba un manto azul-celeste cruzado en el hombro; el vestido era blanco, con manga larga, recogido aquí (señala sus mangas) y le llegaba hasta los pies; sólo algo de los dedos se le veía. Su rostro -siempre como yo la describo- era de tez un poco morena, de ojos café y pelo castaño. Se cubría la cabeza con un velo blanco tirado hacia atrÔs, bajo el cual le salía un poco el cabello, y vi que era de color castaño. En la cabeza llevaba una corona bellísima, como de reina, que terminaba en una cruz, y estaba adornada de piedras preciosas y brillaba como el oro.

En los brazo traía un Niño varón, como de un año, de cuerpo esbelto; no era muy gordo ni muy delgado, sino esbelto. Tenía un parecido con Ella y el pelo partido hacia un lado. Estaba vestido con una túnica de color crema y tenía una mantilla, como la que usan las madres prevenidas cuando los niños estÔn pequeños. El Niño jugaba con las manos, como todo niño, y se las llevaba a la boca. Se tocaba los pies y balbuceaba palabras; se sonreía. Cuando Ella hablaba, también El hablaba en su lenguaje de niño. Las palabras que Ella pronunció fueron las siguientes:

Estoy contenta contigo, porque vas siguiendo las inspiraciones que yo te he dado. Te mandé a esta parroquia de Santa María de Las Victorias porque estÔ muy decaída y quiero que se restaure. Quiero que se dé catecismo por todos los rincones y se hable de la palabra de Dios; quiero que vuelvan a la tradición de la Iglesia y al agua bendita.

En ese momento, en el cuarto tan pequeño vi una enorme iglesia, lindísima, grande, y en la puerta mayor había una pila de agua bendita y la gente metía el dedo pulgar, se santiguaban e iban a rezar al Santísimo. Después desapareció esta visión, y el cuarto se hizo una iglesia enorme.

«Hagan la paz ustedes; no se contenten con pedirla. Si ustedes no la hacen, no habrÔ paz».

fuente: corazones.org

The post Nuestra SeƱora de Cuapa, 8 mayo de 1980 appeared first on Radio Estrella del Mar.

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