Introducción:
Nicaragua ha sufrido mucho por causas polĆticas y por desastres naturales. En todas las tormentas, la fe católica del pueblo y su gran amor a la Virgen han sido su fortaleza. La aparición de la Virgen en Cuapa ocurre en 1980, cuando Nicaragua se encontraba dominada por un gobierno que hacĆa lo posible para destruir la fe católica. QuerĆan establecer una Ā«Iglesia popularĀ» separada de Roma, el paĆs estaba en guerra civil, la sangre corrĆa mientras la miseria y el odio se extendĆan por todas partes. La Virgen llama a sus hijos a construir la verdadera paz.
Las apariciones de Cuapa son reconocidas por la Conferencia Episcopal nicaragüense y el lugar de las apariciones es santuario nacional y fue indulgenciado durante el jubileo del año 2000.
La Virgen SantĆsima escoge a los mĆ”s humildes para comunicar su mensaje y para obtener grandes triunfos de su Corazón para la humanidad.
Cuapa es un pequeño y remoto poblado con unas 100 casas campesinas en el departamento nicaragüense de Chontales, al este de Managua, capital de la nación.
La palabra Ā«CuapaĀ» se deriva de Ā«coatl panĀ», que en el idioma indĆgena nahualt significa: āpor encima de la serpienteā, Ā«la que aplasta la cabeza de la serpienteĀ». Al cristiano este nombre le hace pensar en la Inmaculada Concepción, patrona de Nicaragua, quien aplasta a la cabeza de la serpiente. En Cuapa se siente la presencia de la Virgen.
El Vidente: Bernardo MartĆnez
Bernardo MartĆnez nació en Cuapa, Nicaragua en 1931. Su abuelita lo crĆo y educó cristianamente. Era un campesino sencillo y humilde, piadoso y servicial, que le gustaba ayudar en la Iglesia como sacristĆ”n. Bernardo es a quien la SantĆsima Virgen escoge para revelar su mensaje. Desde muy niƱo Bernardo quiso ser sacerdote, pero no pudo lograrlo en su juventud. DespuĆ©s de las apariciones, por un regalo preciosĆsimo de la SantĆsima Virgen, Bernardo, a los 64 aƱos de edad, es ordenado sacerdote en la Catedral de León, Nicaragua, en 1995. Muere como santo sacerdote en el aƱo 2000 y se celebra la misa de resurrección en la misma catedral. Tuvimos la dicha de conocerlo poco tiempo despuĆ©s de las apariciones. No era aun sacerdote. Nos sorprendió su humildad y prudencia, su amor a la Virgen y a la Iglesia.
Bernardo MartĆnez, el vidente de la Virgen MarĆa, nació el 29 de Agosto de 1931 (dĆa de San Bernardo) en el pueblo de Cuapa, Chontales, Nicaragua, unos meses antes del terrible terremoto que destruyó la capital de Managua el 31 de Marzo de ese mismo aƱo.
Los Padres de Bernardo eran de Cuapa. El papĆ” era recio, moreno y elegante. La mamĆ” se llamaba Simeona MartĆnez y era blanca. Bernardo tuvo tres hermanas mujeres Marina, Celia y Leonor, y dos hermanos varones: Basilio y JosĆ© Luis.
Bernardo creció, separado de su familia, o con escasa relación con sus parientes, pues Ć©stos vivĆan lejos. Se crió con su abuelita materna en su casa (la que esta ubicada en el gancho camino, entre Cuapa y el lugar de las apariciones). La abuelita de Bernardo, doƱa Eloisa Jaime, era una campesina de la zona de Chontales, que no sabĆa leer y escribir, sin especial cultura, pero era una persona inteligente, con gran sentido comĆŗn y mucha memoria. Se sabĆa bien la doctrina católica, el Catecismo y las oraciones, escuchaba con atención y devoción los sermones de las misas de los domingos, y de las fiestas; y toda esa ciencia popular almacenada, la infiltraba presurosamente en el corazón de su nieto Bernardo. DoƱa Eloisa siempre llevaba a Bernardo a la Iglesia, para que practicara la religión que iba aprendiendo. Ella le enseƱo a rezar el Rosario, le inculcó respeto para todas las personas. Y el niƱo tomó gusto por aquello.
Cuando Bernardo era niƱo llamaba Ā«mamÔ» a su abuelita, Ć©sta le decĆa. Ā«Yo no soy tu mamĆ”. Tu tienes dos mamĆ”s: una en la montaƱa y otra en el cieloĀ». A su verdadera mamĆ” no la conoció, sino mucho mĆ”s tarde, cuando ya tenĆa 18 aƱos. Bernardo, sin embargo, siguió viviendo con su abuelita, hasta que esta murió, el 5 de abril de 1974. TenĆa Bernardo 43 aƱos, y de allĆ en adelante vivió solo. Para eso su abuelita lo habĆa preparado, enseƱƔndole a cocinar, lavar la ropa y hacer cualquier otro oficio domĆ©stico.
La Primera Comunión de Bernardo
Bernardo dio su primera comunión cuando tenĆa 7 aƱos de edad. Lo prepararon sus tĆas, Genovena MartĆnez, Rafaela y Rosa. Bernardo dió la primera comunión en Comalapa, pueblo vecino de Cuapa. El PĆ”rroco de Comalapa, era el Padre Ignacio y Arias. Este era un sacerdote muy bondadoso. Bernardo le contestaba muy bien todas la preguntas de la cartilla y la oración Ā«Todo fiel CristianoĀ». Contento el Padre Genovena le dijo bromeando. Ā«TĆŗ sabes mĆ”s que Yo. Puedes hacer la Primera ComuniónĀ». Y Bernardo se confesó con Ć©l, y al dĆa siguiente fue la Misa y dio su Primera Comunión.
Devoción a la Imagen de La PurĆsima
Bernardo tenĆa unos ocho aƱos de edad, y era un chavalito totalmente sencillo, campesino de la orillas de Cuapa. Su abuelita, que lo habĆa criado en la inocencia, lo llevaba de tanto en tanto a Juigalpa, por el camino viejo, el que pasa cerca del peñón, y transitaba sólo a pie o a caballo. Entonces no habĆa otro camino, para ir a la cabecera Departamental. No estaba todavĆa la carretera actual.
En Juigalpa iban a la iglesia parroquial, y despuĆ©s de la misa, mientras la abuelita se entretenĆa platicando con sus amigas, Bernardo recorrĆa los altares, viendo las distintas imĆ”genes, y escogiendo la que mĆ”s le gustaba. Pronto se decidió por una, la de La PurĆsima. La vió y se enamoró de ella. Cada vez que volvĆan a Juigalpa, Ć©l la iba a visitar. AsĆ pasaron cinco o seis aƱos.
Un dĆa Bernardo, ya grandecito, de unos catorce aƱos de edad, fue a visitar al Padre Octavio Mejia Vilchez, PĆ”rroco de Juigalpa, a cuya jurisdicción pertenecĆa Cuapa. El Padre Mejia, era inteligente y activo, pero irritable cuando le atacaban unos dolores en las piernas.
El Padre le preguntó a Bernardo. «¿Vas a venir a la procesión que estamos preparando?Ā». Ā«āĀæCuĆ”l procesión?Ā» preguntó Bernardo. Ā«Las hijas de MarĆa van a comprar una nueva imagen de la virgen, de Barcelona de EspaƱa, moderna y muy bonita. La vamos a poner en el lugar de la que ya tenemos, porque no se puede tener dos imĆ”genes de la PurĆsima en la misma Iglesia. Vamos a traerla en procesión desde El Salto a Juigalpa. (unos dos kilómetros y medio de recorrido). Ā«Vos estĆ”s invitado a acompaƱarnosĀ»
Bernardo le agradeció la invitación y le preguntó «¿Y qué van hacer ustedes con la imagen antigua?» «Yo no sé qué hacer con ella, respondió, Nadie la quiere, ni siquiera como regalo».
DespuĆ©s le dijo que probablemente la quemarĆan. Aquello fue para Bernardo como una herida en el corazón, y sintió tristĆsimo. ĀæQuemar la imagen de la Virgen MarĆa? ĀæLa propia Imagen que tango le gustaba a Ć©l?
«Padre le dijo entonces. ¿no quisiera usted venderla».
El respondió que la podĆa vender en 300 córdobas. Una cantidad que entonces equivalĆa a mĆ”s de cuarenta dólares, que era un pequeƱo capital, para un chavalo campesino de 14 aƱos.
Ā«Esta bien contestó Bernardo. Si podemos comprarla, la compraremos, porque en Cuapa no tenemos imagen de la PurĆsimaĀ». Y Bernardo, comenzó entonces a andar por toda Cuapa hablĆ”ndoles a los adultos sobre el caso, pero la gente no le prestó atención.
Bernardo entonces se dirigió a los jóvenes y a las muchachas. Irma Menese, Dionisia Aragón y otros formaron un ComitĆ©, para pedir y recoger los 300 córdobas. Por ese tiempo un guineo costaba un centavo, un plĆ”tano costaba cinco centavos o un real (10 centavos.) Nunca dieron un córdoba. En un registro llevaban los nombres de los donantes, y en un cuadernito los nombres de los colectores. El domingo salieron a pedir. A unos les gustó ayudar, a otros, no; y recibĆan la petición de mal modo. Ā«Haraganes, decĆan; lo quieren para comprar sus caminaĀ». Por eso varios colectores se retiraron. Varios padres de familia prohibieron a sus hijos andar pidiendo, por temor que robaran la limosna. Al final sólo quedaron unas niƱas y Bernardo. Pero lograron reunir los 300 córdobas y se ellos levaron al Padre MejĆa VĆlchez. Pero cuando el Padre recibió el dinero, ellos prudentemente le pidieron que les diera recibo. El lo entregó con su firma y sello. Este recibo se guarda todavĆa en el Archivo de Cuapa.
Cuando Bernardo llegó con la Virgen al Plan de la Piedra , ya habĆa gente allĆ, esperando. Bajaron la imagen del macho moro, la pusieron en andas y asĆ la llevaron en hombros hasta Cuapa. Resonaron los cohetes y los cantos y se desarrolló la primera procesión de la PurĆsima. La adornaron con flores silvestres y aquello fue un triunfo y una felicidad. Al llegar al pueblo la colocaron de pie en una mesa de la iglesia. La procesión habĆa recorrido unos cinco o mĆ”s kilómetros.
La imagen fue colocada en la iglesia antigua, la Ćŗnica que entonces existĆa. AllĆ estuvo con su camarĆn y altar hasta 1980 sin llamar la atención. Pero ese aƱo, el 15 de Abril, se iluminó sola, es decir se puso toda resplandeciente en la oscuridad de la noche.
Vocación Sacerdotal
Desde muy temprana edad, Bernardo querĆa ser Sacerdote, porque Ć©l creĆa que los Sacerdotes hacĆan o pensaban cosas hermosas. Para Semana Santa de 1949, el Padre Salomón Carballo, Director del Colegio San Juan Bosco de Granada fue a celebrar a Cuapa. En esos tiempos la distancia se sentĆa mĆ”s grande, porque los caminos no eran tan buenos, sin embargo el Padre Carballo se animó y se fue para Cuapa desde Granada, invitado talvez por el SeƱor Obispo. DIOS premió al Padre Carballo, porque ahora sabemos el tesoro que hay en Cuapa. Y allĆ estaba Bernardo, con sus 17 aƱos cumplidos, ayudando en todo lo que podĆa, humildemente, en la iglesia. Y no dejó pasar la oportunidad de hablar con el Padre Carballo, diciĆ©ndole que Ć©l querĆa ser Sacerdote, sin embargo su familia se opuso. SerĆa hasta el aƱo 1995 que Bernardo es ordenado Sacerdote por MonseƱor Bosco Vivas.
Chantaje a Bernardo
Bernardo contó al Sacerdote Jorge RodrĆguez, en el Seminario donde esta recluido advirtiĆ©ndole que no podĆa revelar todo lo que le dijo MARĆA. Bernardo cuenta que cuando el Obispo de Juigalpa, MonseƱor Pablo Antonio Vega, lo autorizó a revelar el milagro y muchedumbres de romeros empezaron a acudir a Cuapa, tres funcionarios del rĆ©gimen sandinista lo fueron a ver, para ofrecerle , gratis, una hacienda de buenas tierras, con ganado. La condición: decir que La Virgen era sandinista. Bernardo les explicó que Ć©l no podĆa faltar a la verdad. Ellos transaron: bastarĆa que omitiera que era anti-sandinista. Bernardo contestó: Ā«Yo no puedo traicionarlaĀ». Entonces, los diarios oficiales como Barricada y la televisión sandinista iniciaron una campaƱa acusĆ”ndolo de loco, histĆ©rico y alucinado. Una mujer llamada Sandra, comenzó a rondarlo y a susurrarle al oĆdo concupiscencias asĆ: Ā«Quiero verte a medianocheĀ». Los fieles católicos que protegĆan a Bernardo descubrieron fotógrafos al acecho. Una maƱana la policĆa sandinista invadió su casa y trató de secuestrarlo. Pero los devotos que dormĆan en la casa de Bernardo, se les enfrentaron. La Iglesia para resguardarlo, trajo a Bernardo al Seminario donde se dedicó a cuidar el jardĆn y deleitaba con sus relatos a los seminaristas.
DespuĆ©s de las apariciones, por un regalo preciosĆsimo de la SantĆsima Virgen, Bernardo, a los 64 aƱos de edad, es ordenado sacerdote en la Catedral de León, Nicaragua, en 1995. Muere como santo sacerdote en el aƱo 2000 y se celebra la misa de resurrección en la misma catedral.
LAS APARICIONES DE LA VIRGEN
PRIMEROS SIGNOS DE LA APARICIĆN: LA IMAGEN DE LA VIRGEN, ILUMINADA ā SIGNO DE LA LUZ
Las primeras seƱales empiezan a ocurrir el 15 de abril de 1980 en la iglesita de Cuapa donde Bernardo era sacristƔn.
Al llegar el a la sacristĆa se encuentra la imagen de la Virgen toda iluminada. Ćl inmediatamente, en su sencillez, lo atribuye a que los muchachos que jugaban bĆ©isbol le habĆan roto el techo y por eso entraba tanta luz. Pero luego vio que aquello era sobrenatural. DespuĆ©s vino otra seƱal: una luz encendida en la capilla.
Bernardo pensó que alguien de los que ayudaban en la iglesia la habĆan dejado asĆ y, como Ć©l era el encargado, se preocupó por los gastos de la electricidad. Desde ese momento los milagros empiezan a ocurrir en el corazón del humilde campesino. Ćl que antes tendĆa a la ira, segĆŗn su propio testimonio, y peleaba con las personas cuando algo no estaba bien, ahora se quedaba callado. Con el suceso de la luz encendida pensó pagar Ć©l mismo los gastos y no decir nada y, con respecto a la imagen iluminada, pensó, antes de comprobar el fenómeno, que no les iba a decir nada a los muchachos, porque ya habĆa sido bien severo con ellos cobrĆ”ndoles el daƱo del techo causado anteriormente.
Cuando antes Bernardo se enojaba con ira, ahora tan solo se pone triste y reza. La Virgen trae la luz del SeƱor que transforma los corazones.
Testimonio de Bernardo sobre la Virgen Iluminada
En nombre del Padre,
y del Hijo,
y del EspĆritu Santo. AmĆ©n.
Yo, Bernardo MartĆnez, voy a contar a mi Obispo, Mons. Pablo Antonio Vega, los acontecimientos ocurridos en el valle de Cuapa. Quiero obedecerle y en todo me someto a Ć©l. Fue en la capilla vieja donde empezaron las seƱales, en una fecha que no recuerdo; tal vez a finales de marzo. Entrando yo a la sacristĆa encontrĆ© una bujĆa encendida. Entonces culpĆ©, a DoƱa Auxiliadora MartĆnez, porque creĆ que ella la habĆa dejado encendida. En otra que no recuerdo, volvĆ a entrar a la capilla y hallĆ© otra bujĆa encendida, tal vez en los primeros dĆas de abril. Entonces culpĆ© a DoƱa Socorro Barea. Yo no pensaba que venĆa del cielo estas seƱales y por eso formaba pleito con estas seƱoras, por el gasto de electricidad. QuerĆa decirles que tuvieran mĆ”s cuidado con la luz y siempre el que maneja las llaves de una casa tiene que tener mĆ”s cuidado. Y esta era mi inconformidad. Pero cuando quise ir a regaƱarlas y fui a la casa para hacerlo, no pude decir nada. Las miradas inocentes ā en mi interior miraba yo eso ā veĆa que las estaba culpando sin culpa. PensĆ© entonces no decir nada y si algo se gastaba mĆ”s del mĆnimo, pagarlo yo.
El 15 de Abril de 1980 mirĆ© la imagen iluminada. PensĆ© que eran los muchachos que, jugando en la plaza, habĆan quebrado las tejas y asĆ era que entraba claridad sobre la imagen. TambiĆ©n pensĆ© que les iba a cobrar las tejas y la reparación, pues ya antes le habĆa cobrado; desde entonces no la habĆa vuelto a hacer. Pero yo pensaba que ellos habĆan entrado intrusamente, porque yo vivo lejos y pensĆ©: Ā«Ahora quĆ© yo no estaba, jugaron y me quebraron las tejasĀ». Me acerquĆ© para ver y vi que no habĆa ningĆŗn agujero en el techo; salĆ para ver si por las ventanas entraba luz de fuera y no vi nada. VolvĆ cerca de la imagen para ver si le habĆan puesto un rosario fosforescente; le mirĆ© las manos, los pies, el cuello ā¦. no era nada de eso. La luz no salĆa de ninguna cosa; la luz salĆa de ella.
Para mi fue un gran misterio. Con la iluminación que ella daba se podĆa caminar sin tropezar. Y era de noche, casi las ocho de la noche, porque habĆa llegado tarde. Entonces fue cuando yo comprendĆ que esa cosa era extraƱa; que ya no era una cosa comĆŗn. Para mi pensĆ©: Ā«La SantĆsima Virgen, la Madre SantĆsima, estĆ” enojada conmigo porque yo he estado peleando con la genteĀ», y decidĆ pedirle perdón porque me conmovió tanto el verla asĆ iluminada; vi linda la imagen ā¦. Ahora ya no la veo tanto. Me fui a tocar la campana porque lleguĆ© con una hora de retraso y con lo de la iluminación, mĆ”s tarde se me habĆa hecho para el rezo del rosario. En mi pensamiento tenĆa grabado todo aquello que habĆa visto y pensaba. Ā«Soy el culpableĀ».
En estos pensamientos andaba cuando me acordĆ© que, cuando era niƱo, mi abuelita me decĆa que nunca fuera Ā«candil de la calle y oscuridad de mi casaĀ». ComprendĆ mi pecado: QuerĆa que otros hicieran la paz y yo andaba peleando en mi casa. Digo esto porque habĆa ayudado a solucionar un problema en el pueblo de Cuapa. HabĆa división entre la gente, porque muchos se oponĆan a que llegaran cubanos para la alfabetización; en especial se oponĆan los muchachos alfabetizadores. Ellos decĆan que entre todos podrĆamos hacerlo: profesores, alumnos del centro escolar y voluntarios del pueblo. Los muchachos estaban tan violentos que decĆan: Ā«Si el padre quiere que aquĆ vengan cubanos, que mejor se vaya Ć©l a su ItaliaĀ». Pero poco a poco, hablando con el padre arreglamos todo sin violencia. Digo que Ā«arreglamos todos, porque a Cuapa no llegaron cubanos para la alfabetización.
Pero en la Comarca del Silencio (pueblecito situado al otro lado de las montaƱas, cerca de unos 10 kilómetros al este de Cuapa) hubo un problema con un muchacho que se enfermó y tuvieron que llevar a un cubano para reemplazarlo. Resulta que el cubano, al ver que los campesinos dan gracias a Dios por la comida, les decĆa: Ā«No digan asĆ. Digan como nosotros decimos Gracias a Fidel que ya comĆ.Ā» Esto vino a ser como prueba de que llevĆ”bamos razón en no querer que llegaran cubanos a Cuapa, porque este muchacho estaba enseƱando a poner a un hombre en el lugar de Dios.
Yo pensé en todo esto y me volvió el pensamiento de que allà ayudé a poner paz, pero en mi casa no lo estaba haciendo. (Es interesante notar, especialmente a la luz de la ordenación de Bernardo, en agosto de 1995, como sacerdote de la Iglesia Católica, que él considera «la iglesia» como su casa.) Y asà decidà pedirles perdón delante de toda la gente. Lo hice y ellas me perdonaron.
DespuĆ©s del perdón pĆŗblico, contĆ© a toda la gente que vino a rezar el rosario, lo que habĆa visto: la imagen iluminada. Pero les deje que lo guardaran en secreto. No fue asĆ. El secreto corrió por todo Cuapa y yo sufrĆ con ello por las burlas que algunos hicieron.Una de las hermanas de la comunidad fue a Juigalpa y se lo dijo al sacerdote que es nuestro pĆ”rroco. Cuando yo llegaba a Cuapa, Ć©l me decĆa, «¿QuĆ© tenĆ©s vos de nuevo? Yo decĆa que nada y Ć©l insistĆa, Ā«Vos tenĆ©s algoĀ».
Un dĆa lleguĆ© donde DoƱa Cosuelo MarĆn y me preguntó. Yo le contĆ© todo lo sucedido y ella me dijo que lo creĆa y que le dijera a la Virgen que ella querĆa verla iluminada. Me hizo prometerle que le avisarĆa si la volvĆa a ver. Otro dĆa, el Padre, el sacerdote, me preguntó, me preguntó de nuevo y me refirió todo lo que ya le habĆan dicho. Yo le dije que sĆ; que era verdad. El me dijo que se lo dijera todo de nuevo. Se lo referĆ. El me preguntó quĆ© era lo que yo rezaba. Le dije que el rosario y las tres AvemarĆas a la SantĆsima Virgen desde que era pequeƱo. Y que mi abuelita me habĆa enseƱado a invocarla siempre que tuviera algunas tribulación, diciĆ©ndole: Ā«No me dejes, Madre mĆaĀ». TambiĆ©n me enseƱo a decir:
Es MarĆa Auxiliadora dulce faro de la mar;
es el amor de mi alma desde que yo supe amar.
Ella en mi niñez mis pasos guió,
y por eso desde niƱo siempre la quise yo.
Esto me lo enseƱo de memoria, porque ella no sabĆa leer. Entonces me dijo el sacerdote que hiciera oración y le pidiera a la SantĆsima Virgen que si algo querĆa de nosotros, que se manifestara mĆ”s claramente. Lo hice, pero rezaba asĆ: Madre SantĆsima, no me des a mi ningĆŗn encargo. Tengo muchĆsimos problemas en la Iglesia. Dale el encargo a otra persona, porque yo quiero evitarme mĆ”s problemas. Tengo muchos ahora. Ya no quiero mĆ”s. AsĆ decĆa yo a la SantĆsima Virgen.
Con el correr de los dĆas, la gente se empezó a olvidar de lo de la iluminación de la imagen. Yo, por mi parte, seguĆa con mi oración como el padre me lo habĆa ordenado.
Ahora comprendo que la SantĆsima Virgen como que quiso prepararme; como lo hace un agricultor con su terreno. Con aquella confesión en pĆŗblico que hice ante mis hermanos, con la que yo pedĆ perdón, yo fui como el lugar donde se dio un cambio. Tuve un cambio con el que Ella me preparó.
PRIMERA APARICIĆN: 8 DE MAYO Ā«VENGO DEL CIELO, SOY LA MADRE DE JESĆSĀ»
EL CONSUELO Y LA MISIĆN
La primera aparición ocurre un dĆa 8 de mayo de 1980. En el corazón de Bernardo se estaban experimentando sensaciones que Ć©l no podĆa entender, asĆ que decidió irse a pescar al rĆo para disiparse un poco. Camino de regreso con su pesca, se recostó a un Ć”rbol a rezar.
A las tres de la tarde ve un relĆ”mpago y, sin saber de dónde venĆa, caminó unos seis pasos y vio otro relĆ”mpago, entonces empezó a ver la imagen de la Virgen de La Asunción, conocida en Nicaragua como la PurĆsima o la Inmaculada Concepción. Ćl pensaba que le estaban jugando una broma y, aunque tenĆa asombro de lo que veĆa, no decĆa nada, hasta que en uno de los movimientos de la SeƱora, que es como le llama Bernardo, la Virgen con los rayos que salĆan de sus manos dieron en el pecho de Bernardo; y es entonces que Ćl se atreve a preguntarle: āĀæquiĆ©n es usted?ā, a lo que ella respondió con dulzura : āVengo del cielo, soy la madre de JesĆŗsā.
Bernardo enseguida recordó que el sacerdote con quien habĆa hablado cuando aparecieron las primeras seƱales, le recomendó que le preguntara a la Virgen cuales eran sus deseos. Una vez hecha la pregunta, la SeƱora responde: āQuiero que recen el Rosario todos los dĆas. No quiero que lo recen solamente en el mes de mayo. Quiero que lo recen permanentemente, en familia, desde los niƱos que tengan uso de razónā¦que lo recen en una hora fija cuando ya no haya problemas con los quehaceres del hogarā
Continuó enseƱƔndole y diciĆ©ndole que al SeƱor no le gusta que hagamos oraciones de forma ligera o mecĆ”nica, y por eso nos recomendó el rezo del rosario con citas bĆblicas y querĆa que pongamos la palabra de Dios en prĆ”ctica. TambiĆ©n le dijo: Ā«Ćmense, cumplan con sus deberes. Hagan la Paz. No (solo) pidan la paz al SeƱor porque si ustedes no la hacen no habrĆ” pazĀ». DespuĆ©s de una pausa dijo: āNicaragua ha sufrido mucho desde el terremoto. EstĆ” amenazada a sufrir mĆ”s todavĆa. SeguirĆ” sufriendo si ustedes no cambian. Reza, hijo mĆo, el rosario por todo el mundoā. Continuó la Virgen: āDiles a creyentes y no creyentes que al mundo lo acechan graves peligros. Pido al SeƱor que aplaque su justicia; pero si ustedes no cambian, abreviarĆ”n la venida de una tercera guerra mundialā. Bernardo al comprender que tenĆa que decĆrselo a toda la gente le respondió: āSeƱora tengo muchos problemas en la Iglesia. DĆgaselo a otra persona.ā A lo que Ella contestó: āNo, porque el SeƱor te ha escogido a vos para que des el mensajeā.
Esta reacción de Bernardo nos recuerda a otros videntes, como Juan Diego ante la Virgen de Guadalupe Bernardo prefirió guardar todo en secreto, pero estaba triste y sentĆa como un peso de no decir aquello que habĆa visto. A los ocho dĆas cuando iba en busca de una ternera, buscó otro camino que no fuera el de la aparición. DespuĆ©s de caminar un rato, vio un relĆ”mpago y sintió el gozo de la primera vez; luego vino otro relĆ”mpago y enseguida vio a la Virgen. Ella le dijo en tono amable pero de reclamo: āĀæPor quĆ© no has dicho lo que te mandĆ© a que dijeras?ā ,Y Bernardo respondió: āEs que tengo miedo. Tengo miedo de que se burlen de mĆā. Y entonces la Virgen le dijo: āNo tengas miedo. Yo te voy a ayudar; dile al sacerdoteā. Hubo otro relĆ”mpago y luego desapareció.
SEGUNDA APARICIĆN: 8 DE JUNIO Ā«EL CAMINO DEL CIELOĀ»
El 8 de junio Bernardo fue al lugar de las apariciones, mĆ”s no sucedió nada. Pero a la noche tuvo un sueƱo en el que vio a la Virgen en el lugar de las apariciones. Ella le seƱaló una zona del cielo y allĆ apareció, como en cine, una multitud de personas con vestidos hermosĆsimos. Ćl lo describe asĆ: āMirĆ© un grupo de personas, que, vestidas de blanco caminaban hacia donde sale el sol. Cantaban. Los oĆa, pero no entendĆa las palabras. TenĆan un gozo que yo jamĆ”s habĆa visto. Luego apareció otro grupo, y la Virgen me dijo: āMira. Ćstas son las primeras comunidades cuando empezó el cristianismo. Son los primeros catecĆŗmenos. Muchos de ellos fueron mĆ”rtires. ĀæQuieren ustedes ser mĆ”rtires?ĀæTe gustarĆa a vos ser mĆ”rtir?āĀ» Bernardo sigue relatando: āYo no sabĆa lo que esto significaba pero le dije que sĆ. DespuĆ©s vi otro grupo, vestido de blanco con rosarios luminosos en las manos. Se les veĆa en oración, rezaban el Padrenuestro y diez AvemarĆas. Yo rezaba con ellos. DespuĆ©s vi un tercer grupo, todos vestidos de color cafĆ©. Luego de haber rezado me dijo la SeƱora: āEstos recibieron el rosario de mano de los primeros.ā Vino un cuarto grupo, pero estos, venĆan vestidos como nosotros vestimos. SentĆ de pronto que podĆa entrar en este grupo, porque vestĆan como yo. Pero me mirĆ© las manos y me las vi negras, ellos, en cambio, como los anteriores despedĆan luzĀ» .
Entonces dije: SeƱora con estos me voy porque estĆ”n vestidos como yo. Ella me dijo: āNo todavĆa te falta, tienes que decir a la gente lo que has visto y oĆdo. Te he mostrado la gloria del SeƱor, y esto van a adquirir ustedes si obedecen al SeƱor, la palabra del SeƱor, si perseveran en el rezo del Santo Rosario y ponen en prĆ”ctica la palabra del SeƱorāā.
TERCERA APARICIĆN: 8 DE JULIO Ā«EL PODER DE LA ORACIĆNĀ»
Para la aparición que correspondĆa al 8 de julio la Virgen no vino al lugar de las apariciones, sino que Bernardo tuvo un sueƱo que se relaciona con la confirmación de todos estos sucesos que parecĆan de orden sobrenatural.
TambiĆ©n el sueƱo tiene que ver con las peticiones y encargos que la gente le hacĆa a Bernardo para que le pidiera a la SeƱora. En el sueƱo, Bernardo ve a un Ć”ngel y Ć©ste le dice que la oración que habĆa Ć©l hecho, en el lugar de la aparición y donde la Virgen no llegó, habĆa sido escuchada. Entre las peticiones de mucha gente, se encontraba la de una seƱora que tenĆa un hermano preso, acusado injustamente; y el Ć”ngel trajo un mensaje para ellos. El Ć”ngel dijo: āVe y dile a la hermana que el preso estĆ” muy triste; que le aconseje que no firme un documento; que lo van a presionar para que lo firme haciĆ©ndose responsable de un dinero; Ć©l es inocente. Que ella no se aflija, que va a poder hablar con Ć©l a solas, que la van a tratar con amabilidad. Que vaya el lunes al comando de Juigalpa a dar todos los pasos para sacarlo, porque ese dĆa lo van a dar. Que lleve mil córdobas porque le van a cobrar la multaā. Bernardo, despierto del sueƱo, hizo lo que el Ć”ngel mandó. Todo salió como el Ć”ngel habĆa dicho. Luego la seƱora, maravillada del evento, fue a dar gracias a Bernardo por lo ocurrido.
CUARTA APARICIĆN: 8 DE SEPTIEMBRE Ā«SER TEMPLOS VIVOSĀ»
En agosto no hubo aparición, sino hasta el mes de septiembre.
Bernardo fue acompaƱado de mucha gente, al lugar de la aparición; y como era costumbre, al segundo relĆ”mpago veĆa a la SeƱora, solo que esta vez la vio como niƱa. Bernardo la describió asĆ: āElla era bellĆsima, pero niƱa. Era pequeƱa, vestĆa una tĆŗnica color crema pĆ”lido. No tenĆa velo, ni corona, ni manto. NingĆŗn adorno, ni bordado. El vestido era largo, manga larga y estaba ceƱido con un cordón rozado a la cintura. El cabello le caĆa a los hombros y era color cafĆ©. Los ojos tambiĆ©n, aunque mĆ”s claros, casi color miel. Toda ella irradiaba luz. Se parecĆa a la SeƱora, pero era una niƱa. Era como una niƱa de ocho aƱosā.
Cuando le habló, le dio el mensaje diciendo: āQuiero que recen el rosario, todos los dĆas. No quiero que lo recen solamente el mes de mayoā⦠Y continĆŗa sucesivamente como en el primero. Bernardo le dice que, como le quieren construir una iglesia, hay personas que le han regalado dinero y ya tienen recogido ochenta córdobas. Ella le contesta: āNo. El SeƱor no quiere templos materiales. Quiere los templos vivos, que son ustedes. Restauren el Sagrado Templo del SeƱor. En ustedes tiene el SeƱor todas sus complacenciasā.
QUINTA APARICIĆN : 13 DE OCTUBRE Ā«VIRGENCITA DE CUAPAĀ»
En esta aparición Nuestra Madre se aparece como la Virgen Dolorosa.
DecĆa estar triste porque le dolĆa ver la dureza de corazón de algunas personas; y le encargó a Bernardo orar para que esas personas cambiaran; le recomendó renovar la devoción de los primeros cinco sĆ”bados; y concluyó diciĆ©ndole a Bernardo que ya no la verĆa mĆ”s en aquel lugar.
El mensaje de Nuestra SeƱora en Cuapa, Nicaragua
Mons. Bernardo Hombach, Obispo de la Diócesis de Granada (aƱo 2000), nos ha dicho que el mensaje de la Virgen de Cuapa es profundamente bĆblico y corresponde a la sana doctrina de la Iglesia. El mensaje de Cuapa ayuda a profundizar la devoción a la Virgen MarĆa sobre un fundamento bĆblico y cristológico, asĆ como la entiende nuestra Madre Iglesia.
Los puntos principales del Mensaje son:
Recen el Santo Rosario, todos los dĆas. En familia. A una hora tranquila. Meditando los misterios con las Sagradas Escrituras.
Pidan fe, paciencia, fuerza para llevar la cruz.
Renueven la devoción de los Primeros SÔbados.
Mediten en las Bienaventuranzas.Ā“
Ćmense unos a otros y perdónense.
Hagan la paz ustedes; no se contenten con pedirla. Si ustedes no la hacen, no habrƔ paz. Platiquen entre ustedes; entiƩndanse, y nunca vayan a la violencia.
Nicaragua ha sufrido mucho, y seguirĆ” sufriendo si ustedes no cambian.
No se aflijan: Yo estoy con ustedes aunque no me vean. Una Madre no olvida nunca a sus hijos.
Invóquenme con estas palabras: Ā«SANTĆSIMA VIRGEN, vos sos mi Madre, la Madre de todos nosotros los pecadores.Ā»
MANIFESTACIĆN DE LA VIRGEN MARĆA EN LA IGLESIA DE NUESTRA SEĆORA DE LAS VICTORIAS, EN EL CRUCERO
āComo a las 12:00 de la noche escuchĆ© la voz de la Virgen como la aparición en Cuapa, entró a mi cuarto toda rodeada de luz con un velo en la cabeza, una corona, un manto azul celeste y un niƱo en brazosā
āHijo estoy contenta por que estĆ”s siguiendo mis apariciones, quiero que se restaure la parroquia de Nuestra SeƱora de las Victorias, que se den catecismosā¦ā
La Manifestación en el Crucero
En 1987 Bernardo tuvo una manifestación de la Virgen MarĆa en la Iglesia de Nuestra SeƱora de las Victorias, en El Crucero. El Crucero es un pequeƱo pueblo situado en el kilómetro 24 de la Carretera Sur, saliendo de Managua hacia Diriamba. Bernardo relató la manifestación asĆ:
Cuando lleguĆ© a Managua, huyendo de la persecución que habĆa desatado contra mĆ el gobierno sandinista, estuve cuatro aƱos oculto en el Seminario Menor y despuĆ©s, en 1986, pedĆ al seƱor Obispo que me dejara ir a trabajar a la iglesia de Nuestra SeƱora de las Victorias, porque el primero, MonseƱor Anclino, estaba muy anciano. Obtuve el permiso y fui a ayudarle, pero vi. que habĆa mucho trabajo por hacer, tanto espiritual como material, y no hallaba por donde empezar.
Le pedĆ a MonseƱor Mondragón que asignara unos seminaristas para que me ayudaran, y Ć©l me envió a doce muchachos, pero eran de los que acababan de ingresar al seminario y no tenĆan gran instrucción. Entonces fui a casa de los Jesuitas, comprĆ© algunos catecismos y les di catequesis para que ellos se instruyeran y enseƱaran a la gente. Entonces fue que desató la gran persecución contra los jóvenes, para obligarlos al servicio militar.
A los jóvenes en ese tiempo se los llevaban sin entrenamiento, ni instrucción alguna; simplemente a morir en las montaƱas de Nicaragua. Yo temĆa que se llevaran a los muchachos que estaban conmigo. Cuando nos reunĆamos con los jóvenes, habĆa allĆ cerca una casa en la que estaban los milicianos y se quedaban mirĆ”ndonos como diciendo: Ā«Estos andan tan tranquilos y nosotros aquĆ con este rifleā¦..Ā» Siempre hay un espĆritu de revanchismo, Āæverdad?, en el que estĆ” en una situación difĆcil, contra el que estĆ” en mejor situación, y yo tenĆa miedo de eso.
Entonces fue cuando, el 7 de marzo, nos reunimos a dormir en la sacristĆa de la iglesia. AcuƱe bien las puertas, asegurĆ”ndolas para que nadie entrara; porque tambiĆ©n pasaba esto, que entraban de noche a las casas a llevarse a los muchachos. No lo hacĆan de dĆa, sino de noche, como un secuestro, y lo jóvenes desaparecĆan; se los llevaban no sĆ© a dónde. Ni sus padres ni nadie los sabĆa, solamente las autoridades. Por esto, no me podĆa dormir, porque estaba cuidando a los muchachos.
Ellos dormĆan en los cuartos, mientras yo pensaba: Ā«QuizĆ” vengan a buscarlos, pero aquĆ tenemos unos garrotes para no dejar que se los lleven; es mejor muramos aquĆ ā pensaba yo ā antes que ir a morir en las montaƱas. Pero esto humanamente hablando, porque lo religioso no se puede actuar asĆ. Humanamente, porque son hombre como cualquier otro, yo pensaba que debĆamos apalearlos. Pero ellos estaban mejor armados, porque nosotros sólo tenĆamos garrotes y ellos podĆan darnos un balazo y asĆ morirĆamos. En eso pensaba, cuando se me ocurrió: Ā«Esto es tentación de SatanĆ”sĀ», lo de apalear a la gente y estar molestando a las personas. Entonces saquĆ© mi rosario, me sentĆ© en la cama y me puse a rezar el rosario.
Ya era pasada la medianoche cuando me dije, Ā«Voy a descansar un ratito, para despuĆ©s seguir orando, para tranquilizarme y dormirmeĀ». Porque a veces me duermo rezando el rosario. Entonces fue cuando oĆ la voz que me llamaba: Ā«BernardoĀ» Yo reconocĆ la voz de Ella; la voz dulcĆsima que siempre describo cuando relato las apariciones de la Virgen.
Me dije: «”La Virgen me habló!Ā» ĀæSerĆ” que alguien la estĆ” imitando, tratando de engaƱarme para que yo abra la puerta y me lleven a los muchachos?Ā» Pero pensĆ© Ā«No; nadie la puede imitarĀ». Porque ha habido personas, especialmente mujeres, que han querido imitar la voz, para ver si yo puedo reconocerla y decir esta es la voz, pero ninguna es igual. Entonces, me convencĆ: Ā«Nadie la puede imitar, y Ā”mucho menos un hombreĀ». Le contestĆ©: Ā«AquĆ estoyĀ».
AsĆ, pues, no habĆa encendido la luz ni abierto las puertas (que son enteras de madera) cuando vi una luz traspasaba la tabla de la puerta y que el cuarto se iba iluminando. Me quedĆ© mirando y pensĆ©: «¿Cómo es que esa luz traspasa la puerta como si fuera vidrio?Ā» Y luego veo que Ella pasa tambiĆ©n a travĆ©s de la puerta y se detiene frente a mĆ. Ā”ELLA! Entonces me arrodillĆ©. Uno de los muchachos dormĆa cerca de mĆ; le toquĆ© el pie y le dije Ā«LevĆ”ntate, que la Virgen entró a nuestro cuarto? Ā”MĆrala, ve quĆ© bella es!Ā».
El muchacho me contestó, Ā«DĆ©jeme dormir, que estoy cansandoĀ». Esto lo dijo como dormido, asĆ que lo dejĆ© en paz. Entonces la vi bien. La luz que daba en el cuarto venĆa de una aureola de luz que tenĆa alrededor del cuerpo. Llevaba un manto azul-celeste cruzado en el hombro; el vestido era blanco, con manga larga, recogido aquĆ (seƱala sus mangas) y le llegaba hasta los pies; sólo algo de los dedos se le veĆa. Su rostro -siempre como yo la describo- era de tez un poco morena, de ojos cafĆ© y pelo castaƱo. Se cubrĆa la cabeza con un velo blanco tirado hacia atrĆ”s, bajo el cual le salĆa un poco el cabello, y vi que era de color castaƱo. En la cabeza llevaba una corona bellĆsima, como de reina, que terminaba en una cruz, y estaba adornada de piedras preciosas y brillaba como el oro.
En los brazo traĆa un NiƱo varón, como de un aƱo, de cuerpo esbelto; no era muy gordo ni muy delgado, sino esbelto. TenĆa un parecido con Ella y el pelo partido hacia un lado. Estaba vestido con una tĆŗnica de color crema y tenĆa una mantilla, como la que usan las madres prevenidas cuando los niƱos estĆ”n pequeƱos. El NiƱo jugaba con las manos, como todo niƱo, y se las llevaba a la boca. Se tocaba los pies y balbuceaba palabras; se sonreĆa. Cuando Ella hablaba, tambiĆ©n El hablaba en su lenguaje de niƱo. Las palabras que Ella pronunció fueron las siguientes:
Estoy contenta contigo, porque vas siguiendo las inspiraciones que yo te he dado. Te mandĆ© a esta parroquia de Santa MarĆa de Las Victorias porque estĆ” muy decaĆda y quiero que se restaure. Quiero que se dĆ© catecismo por todos los rincones y se hable de la palabra de Dios; quiero que vuelvan a la tradición de la Iglesia y al agua bendita.
En ese momento, en el cuarto tan pequeƱo vi una enorme iglesia, lindĆsima, grande, y en la puerta mayor habĆa una pila de agua bendita y la gente metĆa el dedo pulgar, se santiguaban e iban a rezar al SantĆsimo. DespuĆ©s desapareció esta visión, y el cuarto se hizo una iglesia enorme.
«Hagan la paz ustedes; no se contenten con pedirla. Si ustedes no la hacen, no habrÔ paz».
fuente: corazones.org
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