Cada 19 de mayo, la Iglesia recuerda con gratitud a San Ivón de Kermartin, también conocido como San Yves, un sacerdote y abogado que dedicó su vida a la defensa de los más necesitados y a la práctica de la justicia inspirada en el Evangelio.
Un santo entre la ley y la fe
San Ivón nació en 1253 en Kermartin, cerca de Tréguier (Bretaña, Francia), en una familia noble. Fue enviado a estudiar en París y Orleans, donde se formó en Derecho Civil y Canónico, Filosofía y Teología. Desde joven mostró una inteligencia brillante y una profunda sensibilidad por los pobres y marginados.
A diferencia de muchos de su tiempo, usó sus conocimientos legales no para lucrarse, sino para defender gratuitamente a los más vulnerables, especialmente a los huérfanos, viudas y campesinos injustamente tratados.
El abogado de los pobres
Su fama de integridad creció rápidamente. Como juez, era firme pero misericordioso. Rechazaba sobornos y escuchaba con atención a las partes, velando siempre por la verdad y el bien común. Gente de todas partes venía a pedir su consejo o resolución de conflictos, sabiendo que encontrarían en él un reflejo de la justicia de Dios.
Nunca permitió que la ley se separara de la caridad. Decía:
«Un abogado que no es justo no es más que un lobo disfrazado de oveja.»
Sacerdote entregado a Cristo
En 1284 fue ordenado sacerdote, y combinó su trabajo legal con el ministerio pastoral. Predicaba con sencillez, visitaba a los enfermos, repartía su comida a los pobres y vivía con austeridad. Más que palabras, su vida era un testimonio de amor al prójimo y de coherencia cristiana.
Murió en 1303, a los 50 años, en su casa, rodeado de quienes lo amaban y respetaban. Su tumba en Tréguier se convirtió en lugar de peregrinación, y fue canonizado por el Papa Clemente VI en 1347.
Patrono de los abogados y jueces
San Ivón es considerado el patrono de los abogados, jueces y juristas, pero también de los notarios, huérfanos y personas injustamente tratadas. Su ejemplo sigue inspirando a muchos profesionales del derecho a ejercer su vocación con ética, compasión y espíritu cristiano.
Reflexión final
En tiempos donde la justicia humana a menudo se ve contaminada por intereses egoístas o corrupción, San Ivón nos recuerda que el verdadero servicio legal debe estar al servicio de la verdad, la dignidad humana y la misericordia. Su vida fue un puente entre la ley y el Evangelio, entre el deber profesional y la santidad.
San Ivón, ruega por nosotros, para que busquemos siempre la justicia con amor y humildad.
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