San Francisco y Santa Jacinta Marto: Pequeños Testigos de Fátima
Cada 20 de febrero, la Iglesia conmemora a San Francisco Marto y Santa Jacinta Marto, los pequeños pastores que, junto con su prima Lucía dos Santos, tuvieron el privilegio de presenciar las apariciones de la Virgen María en Fátima, Portugal, en 1917. Su testimonio de fe, sacrificio y amor a Dios sigue inspirando a millones de personas en todo el mundo.
Infancia y Apariciones de la Virgen María
Francisco (1908-1919) y Jacinta (1910-1920) nacieron en una familia humilde y profundamente religiosa en Aljustrel, un pequeño pueblo cercano a Fátima. Desde pequeños, ayudaban a su familia cuidando ovejas en los campos, donde solían rezar y jugar.
En 1916, antes de las apariciones de la Virgen, los niños recibieron tres visitas del Ángel de la Paz, quien los preparó espiritualmente para lo que vendría, enseñándoles a rezar y a ofrecer sacrificios por la conversión de los pecadores.
El 13 de mayo de 1917, mientras pastoreaban ovejas en Cova da Iria, los tres niños vieron a una Señora vestida de blanco, más brillante que el sol. La Virgen María les pidió que rezaran el Rosario todos los días por la paz en el mundo y la conversión de los pecadores. Estas apariciones continuaron cada mes hasta octubre de ese mismo año.
Durante estas visitas, la Virgen les confió tres secretos, que incluían una visión del infierno, la predicción de la Segunda Guerra Mundial si el mundo no se convertía, y la necesidad de la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María.
El Llamado a la Oración y al Sacrificio
Francisco y Jacinta quedaron profundamente marcados por estas experiencias. Francisco se dedicó a la adoración silenciosa a Dios, buscando consolar el corazón de Jesús, mientras que Jacinta, con su corazón compasivo, ofreció oraciones y sacrificios por los pecadores.
Ambos niños asumieron con valentía las burlas y críticas de quienes no creían en sus relatos, pero nunca dudaron de lo que habían visto y oído.
Enfermedad y Muerte: Un Camino de Santidad
En 1918, la pandemia de gripe española azotó Europa, y tanto Francisco como Jacinta enfermaron gravemente. A pesar de sus sufrimientos, ofrecieron sus dolores con amor a Dios.
Francisco falleció el 4 de abril de 1919, con solo 10 años, después de recibir la Primera Comunión. Jacinta sufrió mucho más tiempo y fue llevada a un hospital en Lisboa, donde murió el 20 de febrero de 1920, a los 9 años. Antes de partir, dijo: “Amo tanto al Inmaculado Corazón de María”.
Canonización y Legado Espiritual
El 13 de mayo de 2017, durante el centenario de las apariciones de Fátima, el Papa Francisco los canonizó, convirtiéndolos en los santos más jóvenes no mártires en la historia de la Iglesia Católica.
Su legado sigue vivo, recordándonos la importancia de:
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